La nevada. Por Emilio Aparicio

escarcha

La nevada.

 

 

Nieva aquí. Y hoy

el mundo alcanza sin saberlo su revolución:

las cosas dadas por pérdidas se sujetan en el aire,

descienden lentamente hasta un suelo mullido;

y tú mantienes el ánimo que la mirada negocia

con el ocre de la tarde de diciembre

o el recuerdo del olor de una taza de té,

preparado por Abba, en un improvisado fuego.

Ahora, y gracias a ésta nevada,

es posible hundirse en las alturas

como el humo que asciende de unas ramas de olivo:

tu mirada inmóvil, hacia arriba el mentón a favor de la escarcha

convirtiendo en ceremonia ésta albura de cielo,

donde ondea, la única bandera que conmueve mi sangre.

 

Emilio Aparicio

 

 

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