Código infarto. Por Luisa Núñez

Código infarto.

 

Código infarto.

   12/05/2024

   Estaba entrando al portal de mi casa cuando sentí con más intensidad un fuerte malestar que ya arrastraba durante varios días y sensación de mareo. Todo aumentó bruscamente cuando noté un golpe en el centro del pecho hasta la espalda que me dejó sin aliento con un dolor insoportable. Vomité de improviso mientras mi afán era quitarme todo lo que llevaba encima, como si eso fuera a liberarme de ese sudor y malestar intenso.

   De pronto entré en un vórtice confuso en el que de vez en cuando atisbaba, como fotogramas, a mi familia llamando por teléfono, el techo, mi cama o el suelo. Me preguntaban cosas que yo respondía señalando. Algunos momentos se perdieron, no sé cuántos ni dónde, hasta que me echaron un poco de agua fresca y volví a revolverme y a quejarme.

   Por fin llegó la ambulancia y veía moverse a los sanitarios a mi alrededor y, entre todo ese barullo, escuche al médico decir a su compañero: – Código infarto, llama al hospital que vamos para allá.

   Cuando me instalaron en la ambulancia, cerré los ojos como un niño pequeño oyendo el runrún de las sirenas y, con el calmante que me pusieron, perdí la noción de lo que ocurría mientras me llevaban al hospital.

   No puedo recordar si en la sala donde acabé había mucha o poca gente. No tenía orientación espacial alguna y solamente veía un fondo opaco y escuchaba una voz lejana que me llamaba y se abría paso entre la bruma gris que me envolvía. Era el médico que intervenía y me pedía paciencia. Yo sólo contestaba que me quitara el dolor y él respondía asegurándome que pronto acabaría. Y así fue. Lo último que le escuché fue una pregunta- ¿a que ya no te duele? -.

   Dicen que cuando el organismo está en situación de supervivencia grave, solamente atiende a lo relevante para la misma. Ese intercambio de palabras no iban a arreglar la obstrucción coronaria que estaba sufriendo, pero es evidente que en ese momento era importante. Su voz era el único hilo que me daba una idea de que había alguien ocupándose de mí y nada más existia, ni siquiera el tiempo. Luego me dijeron que el proceso había durado más de hora y media, pero para mí tan sólo se redujo a ese pequeño intercambio con el doctor, a la conciencia de esa lejana voz que me daba ánimo e informaba, una voz humana que me llamaba por mi nombre.

   Cuando abrí los ojos de nuevo y miré alrededor vi personal sanitario colocando cables, monitores y sueros y comprobando que estaba ya despierta porque en breve pasaría mi familia. O al menos eso me decía una enfermera mientras arreglaba la cama y dejaba todo perfectamente colocado.

   -Estás en la UCI y está todo controlado.

   Ya estaba consciente, pero aún no sabía todo el significado de lo que había ocurrido, ni lo que supondría para mi vida que este corazón dañado siguiera latiendo de manera eficiente.

   Lo cierto es que empieza el 2025 y estoy aquí, con vosotros, para contarlo.

   Feliz año nuevo para todos y espero seguir leyendo muchas de vuestras historias.

Luisa Núñez

04/01/2025

*Mi agradecimiento infinito a los equipos de emergencias asignados al Código infarto de la Región de Murcia.

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