COMPRENSIÓN
Cuando te hablan en un idioma que desconoces, las palabras se convierten en un caudal de emociones. Observas atentamente el lenguaje corporal, intentas captar la expresión de ojos de quien habla. ¿Sube el tono de voz, suplicante o con desafío? ¿Lo baja para disimular que lo que dice no es verdad? Ante el vacío de tu mirada y la falta de reacción, la exposición del interlocutor se va ralentizando, las pausas se alargan. Finalmente se calla. Quizás levante las cejas. Espera. Ha dicho lo que iba a decir y ahora te toca a ti responder sin haber entendido. Recurres al lenguaje de signos. Te tocas el corazón y señalas a ti misma. Tu mano, con la palma hacia delante, pide disculpas y transmite tu confusión. Tus hombros lo subrayan; tu mano vuelve a tu pecho mientras dices tu nombre. El otro empieza a sonreír y repite el gesto. Su nombre es otro. Ya compartimos dos palabras. Con buena voluntad por ambos lados llegaremos a mucho más.
Dorotea Fulde Benke
Cuando hay interés, hay entendimiento.
Muchos besos, Dorotea. Me ha gustado tu microtexto-reflexión. No hacen falta más palabras para contarlo.