El hombre sin orgullo
Berenguer era aparentemente «normalito», incluso salía semidesnudo, tapando su rostro con antifaz ornado de plumas rosas, agitando banderas de colorines en una carroza el día del «Orgullo» Sin embargo, una gran lucha libraba en su interior. No podía consentir que nadie se diese cuenta de su tragedia. De saberse, su familia se avergonzaría; la sociedad le rechazaría; le discriminarían en el trabajo; nadie le admiraría; ni recibiría apoyo del lobby en su vida, por lo que quizás no llegaría a ser político, ni presentador de televisión, nunca ganaría un concurso, incluso temía que «el lobby» se habría hecho con el poder para ordenar sacerdotes e incluso repartir tricornios y estrellas entre soldados y soldadas. La élite social era copada por hombres homosexuales, mujeres lesbianas; hombres bisexuales; mujeres bisexuales, además de transexuales y transexualas. Los heterosexuales quedaban en ridícula minoría, con pocas opciones para optar a cualquier carguito…. Se rumoreaba, incluso, que el gobierno iba a resucitar la ley de «Vagos y Maleantes» para aplicarla a los de su desviada condición.
Estaba decidido a morir antes que revelar su terrible secreto:
–Nadie sabrá nunca que soy un degenerado porque me he enamorado de una mujer femenina y deseo copular, incluso comprometerme a ser monógamo y formar una familia con hijos y todo, asumiendo el riesgo de que nuestras criaturas serán estigmatizadas por tener un padre masculinamente serio y una madre femeninamente mujer –se repetía una y otra vez, sintiéndose solo y desnudo frente al espejo, como «El Berenguer» del Rinoceronte de Ionesco–. Nadie debe notar que soy heterosexual. No quiero que me etiqueten de hombre raro, machista, homófobo, fracasado, sin futuro; de antigualla despreciable fuera de la Ley «In». Disimularé, ocultaré que soy un hombre macho (palabra tabú) con testosterona y andrógenos inundando mi sangre e impulsándome al acto censurable: copular con una mujer hembra no lesbiana ni bisexual ni transexual
¡Quiero ser un hombre con Orgullooo…!
Catalina Ortega Díaz
Buena parodia de lo inverso. Todo puede ser.
Un abrazo Catalina
Gracias, Luisa, por tu mirada inteligente y bondadosa
Catalina, en estos tiempos donde la ironía se demoniza tanto y más en cuanto es aplicada al sector *homosexuales*, donde parece que la exageración es lo normal y el esperpento causa noble; en estos tiempos donde se confunde evolución con libertinaje, y el mal gusto en todas sus formas acaba con cualquier fondo razonable…
Pues eso Catalina, que me encanta tu inteligente parodia y encima vas y lo ofreces en relato.
Un fuerte abrazo.