«Mi gozo en un pozo», y ahí yacen, pues, como el panorama de otra vida, los deseos sin cumplir, los planes fallidos, las ideas concebidas a destiempo… y una gran ilusión me invita a murmurar: Y si fuera de otra manera…
¿Y si hubiese nacido en una gran mansión, con amplios medios económicos, apellido influyente y conexiones sociales a alto nivel, agraciada con el don de la belleza?
¿Y si mi creatividad fuera la de un genio rompiendo moldes, marcando estilos, fundando escuelas?
¿Y si…?
La superficie del pozo se ondula; una rana abuela asoma su cabeza chata y me observa. En sus ojos saltones, color de miel, se refleja mi vida, la real, la de aquí y ahora:
Veo una existencia repleta de altibajos, de sabia mezcla de necesidades y recursos, desamores y cariños, talentos y carencias, vodeviles y paradas… logros y también deseos pendientes que me estimulan e incitan a seguir. Los otros –frustradas o descartadas ambiciones de mi ego– pierden importancia mientras los contemplo. Sus consecuencias serían inconmensurables: no sería hija ni madre ni hermana de las personas que más quiero en este mundo, no viviría cada día la preciosa aventura de descubrir un trecho más de mi camino, ese camino que me ha tocado recorrer, o que yo elegí en una dimensión olvidada.
¡Que esperen esos gozos, aquellos y otros! Ya tendré oportunidad de vivir distintas constelaciones añorando lo que ahora disfruto en abundancia.
Sigan pidiendo deseos en esos pozos…
Dorotea Fulde Benke
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