Decidiste adelantarte una semana, cambiando los planes, sorprendiéndonos a todos, llenando nuestras vidas…
Estábamos cenando en casa con unos buenos amigos cuando comenté que llevaba todo el día perdiendo un poco de líquido, sin darle más importancia… Andrea, que es médico (y una de las personas más inteligentes que conozco), nos dijo que entonces teníamos que irnos a urgencias… ¿A urgencias? ¡Si aún quedaba una semana y las primerizas se suelen retrasar! No conforme, envié mensajes a dos matrones, uno de ellos me contestó «Debes ir, no olvides la maletita… y enhorabuena, porque en unas horas verás la cara de tu bebé…»
¡Imagina nuestras caras! ¡En unas horas te veríamos! ¡Yo sin contracciones, ni romper bolsa! Nervios, risas, sorpresa, emoción, incredulidad… No hicimos caso, pensamos que nos enviarían de vuelta a casa (si tampoco ha sido tanto líquido, si aún falta una semana, etc.).
Llegamos al hospital, entré a consulta… ¡Y salí con pijama! ¡Empezaba la aventura! Unas horas de descanso y nos inducirían el parto… Seguíamos sin creérnoslo… Nos miramos, nos abrazamos, te hablamos y esperamos.
Al día siguiente a las 10:30h nos pusimos la oxitocina (hablo en plural porque fue un trabajo de equipo: bebé, papá y mamá) y empezaron las contracciones… Cada vez que venía una pensábamos «Una menos para que llegue Valeria». Nos pusimos música, yo me movía, bailaba, me sentaba, me tumbaba, de todo, para que vinieras pronto. Papá me ayudaba, me hacía reír entre contracción y contracción, me daba ánimos.
Estuvimos hasta las 23:00h con contracciones, sin epidural (¡13 horazas!), «respirando» cada contracción, como me enseñó tu tita Ceci, hablándote, animándote a salir, diciéndote que no tuvieras miedo, que estábamos deseando verte.
Pese a nuestros esfuerzos, no dilataba, era un parto en el que necesitábamos más horas y no nos las daban. ¡Normal, tú estabas muy a gustito dentro y decirle al cuerpo que tiene x horas para parir es muy difícil! Decidimos ponernos la epidural y seguir esperando… Pasaron más horas, seguíamos igual… y nos dijeron que tenías que nacer por cesárea.
En ese momento, empecé a llorar sin parar, porque no quería que tus primeros minutos de tu vida fueran alejados de mí, porque papá se perdía el parto, que era nuestra ilusión más grande, por no poder, por tantas horas haciendo todo lo posible, por muchos motivos… Papá llorando también; se quedaba solo y sin saber qué pasaría con nosotras.
¡Afortunadamente, todo fue muy rápido, en sólo 20 minutos me habían operado! Mientras, el personal médico nos consolaba, nos daba ánimos, nos decía que no nos preocupáramos por nada…
Mientras me hacían la cesárea, cerré los ojos, respiré profundamente y me concentré en transmitirte toda mi fuerza, confianza, seguridad y amor… No era como imaginábamos, pero seguro era lo mejor, porque todo es como debe ser.
En unos minutos me dijo la doctora «¡Mira qué bonita es!» Yo seguía llorando y pidiendo que te trajeran a mi lado… No tardamos nada, me dijeron, y en unos minutos apareciste… con los ojos abiertos, tus manos cruzadas, tan tranquila… Te acercaron a mi cara y empecé a decirte que te quería y darte besitos, sin parar de llorar… hasta que te miré otra vez la carita… y me dijiste a tu manera «Tranquila, mamá, todo está bien, pronto estaremos juntas».
Tu serenidad me calmó. ¡ME TRANQUILIZASTE TÚ A MI! Nunca, nunca, nunca voy a olvidar esa mirada.
Después te llevaron a conocer a papá, que esta vez lloró de felicidad. ¡Ya estabas por fin con nosotros!
Unas horas después ya estábamos juntos, los tres, y la familia más cercana, cansados, pero felices y tranquilos. ¡Nuestras vidas empezaban a cambiar, ya estabas aquí!
Los días posteriores y muchos más detalles te los contaré más adelante, bebé. También te enseñaremos todos los vídeos y fotos que hizo papá. Sales preciosa, pequeñita. ¡Un bomboncito!
Comparto tu historia porque muchísima gente me está preguntado por ti, todos quieren conocerte y tenemos que darles gracias a todos, bebé, a todos los que se han preocupado por nosotras, todos los que nos han enviado mensajes de alegría y felicitación; a nuestras familias, que han estado presentes todo el embarazo y nos ayudan muchísimo; a nuestros amigos, que se convertirán en tus supertitos… ¡¡Todos te quieren con locura, bebé, antes de conocerte!!
Gracias por cambiar nuestras vidas, bebé.
Gracias a todos los que están viviendo este momento con nosotros.
Gracias a mi pequeña gran familia por todo.
Hemos cambiado las palabras por emociones, gestos, momentos, recuerdos, miradas, sentimientos…
Bienvenida a nuestras vidas.
GRACIAS POR ELEGIRNOS
P/D: ¡Has sacado mis orejas!
Gabriela Vellio
Enhorabuena desde esta comunidad literaria a Gabriela y toda su familia, en estos momentos felices que vive y que con tanta ternura nos cuenta.
*Colaboradora de Canal Literatura presentando las entregas de premios de los años 2011-2013 y 2014.
Enhorabuena y disfruta de esta nueva etapa.
Muchos besos.