LA LLEGADA
El día que no cumplí años taparon mi ropa mojada con una manta áspera y me dieron a probar el primer trozo de chocolate de mi vida. No supe contestar a las preguntas que no entendía, y tuve que poner mi huella digital en una hoja llena de tachones.
Seguí notando el balanceo de la patera, y durante unos días no salí de la casa de acogida. Desde la ventana veíamos la misma roca gigante que había sido la meta de nuestro viaje; sin embargo, su silueta había cambiado. Por la mañana del sexto día desde que jugué por última vez con mis hermanas y sentí el beso lloroso de mi madre, la cuidadora me trajo un dulce con una vela.
–Hoy, cumpleaños, Marta –me dijo llamándome por un nombre que nunca había sido el mío pero que junto con la fecha de mi llegada a España definiría mi vida para siempre.
Dorotea Fulde Benke
Blog de la autora
Sigo sorprendiéndome cuando veo en tan pocas líneas toda una historia. Mudar de espacio es también cambiar de nombre, convertirte en otro, al menos en apariencia; pero dentro seguirás naciendo, respirando y hablando en el idioma de tu tierra, esperando besos llorosos de tu madre, sintiendo siempre el tenue balanceo de una patera.
Un gran abrazo.
Desconozco si se trata de un texto autobiográfico o simple ficción, pero de cualquier modo, gracias por acordarte de toda esa gente y hacerlo de ese modo tan sutíl y elegante. Un abrazo.