Mi Bob. Por Mar Solana

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Ilustración de © Estefanía López.

Ilustración de © Estefanía López.

 

Boca abajo en la cama no quiere saber nada del mundo, ese lugar que ahora se le antoja tan feo. Su espalda sube y baja muy rápido, tiembla igual que una montaña en medio de una fuerte tormenta. Y mientras la almohada se deshace entre desconsolados hipidos, la habitación del pequeño Juanjo luce impregnada del eco machacón que se cuela cuando la torre se desmorona: «¿y ahora… qué hago yo sin él?»

Así todo el día. No ha querido comer, ni ir al cole ni jugar… ni nada. Su madre, desesperada y a punto del colapso, se debate entre llamar al médico o al trabajo de su marido. Tan solo unas horas antes, el universo de Juanjo transcurría feliz y apacible al lado de Bob. Le puso así por Bob Esponja, el de los dibujos de la tele. Pero ella le llamaba «Bobo». «¿Dónde se ha metido el maldito “Bobo”?», decía cuando llegaba la hora de dormir…

—Se llama Bob, mamá, no Bobo.

—¿Y qué más da, hijo? Bob, Bobo, Bobito… bah, solo son nombres.

La Gente Grande no quiere entender…, no sabe entender. Siempre cambiando las cosas de sitio y los asuntos a su conveniencia. Él sentía a Bob, su Bob, como un duende de la suerte, un hermanito o un amigo, siempre a su lado; entonces el mundo sí era mágico… con Bob.

—¡Vamos, cariño! ¡Ea, ya! Compraremos otro —Juanjo saca un brazo de su cautiverio húmedo. Le asesta un empujón a su madre con una mano que parece una bayeta sin escurrir de tanta lágrima que ha chupado.

—Nooo… ¡No quiero otro! ¡Yo quiero a Bob! Bob me quería a mí… y ahora se ha ido, ya no está…

La última frase la dice entre gritos, con la boca abocinada y clavando sus ojillos mohínos en los de su madre.

—Pero si da igual, tesoro, son todos iguales… bichos.

La última palabra la dice muy bajito, tapando el movimiento de sus labios y mirando para otro lado.

De pronto, el pequeño Juanjo se incorpora, se sorbe las lágrimas más recientes y, con la nariz convertida en una fabrica de mocos cariacontecidos, le pregunta a su madre:

—Mami… ¿Si me voy al cielo igual que Bob, tú comprarás otro como yo?

 

 

Palabras desde mi luna

Mar SolanaMar Solana

Blog de la autora
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Palabras desde mi luna”
marsolana@canal-literatura.com

6 comentarios:

  1. Una pregunta difícil de contestar. Las mascotas son una parte importante para la familia, en especial para los niños. Y, por supuesto, son insistituibles. E, independientemente del respeto que nos merecen como seres vivos, no nos damos cuenta de que las escalas de los niños no son las mismas que las de los adultos, y que lo que para los mayores tiene una importancia relativa para los pequeños es el Mundo. En muchos aspectos hay que aprender a ponerse en su lugar. O, simplemente, recordar a los niños que fuimos.
    Un abrazo.

    • Hola, Elena:

      Ante todo, quiero agradecerte que estés siempre por aquí con tus comentarios. Decirte, sin ánimo de alharacas pasteleras, que le aportas a esta Café un color especial.

      Yo adopté el término Peludo (con mayúscula) para referirme a los animales que «han elegido» (de alguna manera) compartir su vida con nosotros (mi marido y yo). Todos y cada uno de ellos han sido tremendamente especiales, y ninguno se parecía a otro; nos han demostrado su «animalicrasia» 🙂 en todo momento. Y espero (y deseo) que sigan haciéndolo. Son una de las mejores cosas de este mundo. Cuando adoptas uno, te llevas un ángel a casa 🙂

      Yo también creo que es muy importante visitar otra pieles. Un abrazo.

  2. Llama la atención aquí esa forma de contar una historia pero a historia pasada. El después englobando al antes. Cualquier lector sabe lo que ha sucedido sin que lo hayas narrado explícitamente.
    El grumo del relato es de lo más actual. O casi. Debate reciente hubo en medios de altos y bajos vuelos sobre aquel pobre animal con nombre de espada legendaria.
    Acaban de absolver a los verdugos, aunque creo que ya lo debes saber.
    Un abrazo, vecina. Y recuerdos a tu Bob.

    • Hola, don Borrás:

      Sí, ya lo sabía. Era palmario lo que iba a ocurrir. Sin embargo, se rumorea por ahí, foros, chats, etc., que su verdadero «castigo» vendrá con el «cambio político», algo que espera este país como las plantas la lluvia. Según encuestas, los actuales de a bordo salen por la popa con una buena patada en el trasero, sí o sí 😉 «Besazo» (ya sabe). Le daré un achuchón de su parte a mi «Bob»

  3. La muerte, cuando aparece en nuestra vida por primera vez nos abate y nos arrebata una parte del brillo en la mirada. Porque,por desgracia, es siempre definitiva e irremediable.
    En un niño esa experiencia es siempre especialmente traumática cuando hay un fuerte sentimiento de por medio.En este caso con Bob.
    Abrazos Mar

    • Hola, Brujita:

      Así es, por desgracia. Aunque existen maneras y muchos cuentos para que un niño lo vaya asimilando, la experiencia de separación de un familiar o de un Peludo amado es siempre muy traumática para un peque.
      Besos, muuuchos.

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