No quedaban libros… Por Mar Solana


No quedaban libros, ni personas que los escribieran. Se quedaron atrapados en una inmensa maraña de megas, bits y redes. Lo llamaban internet.
No quedaban libros. Los E-books los amontonaban en guetos antes de ser deportados para su exterminio. El sol ya no salía por la cantidad de humo que desprendían las hogueras.
No quedaban libros. La gente corrió en avalancha para comprarlos todos. En apenas unos meses, destronados por el libro digital, triplicarían su valor como auténticas perlas.
No quedaban libros. Los habían empaquetado y envasado los Triturators Papelis, una nueva raza que poblaba la tierra…eran su alimento principal.
No quedaban libros. Sólo ambientes vacios. Todos los personajes de las historias consiguieron escapar y ahora vagaban por el mundo sobre un aura fantasmal.
No quedaban apenas libros. Tampoco papel para imprimirlos. La tierra se había convertido en unas enormes fauces de dragón y los bosques en eriales. ¿Sería capaz la humanidad de custodiar los pocos libros que aun permanecían, in secula seculorum?

Mar Solana
Blog de la autora

3 comentarios:

  1. También se perdieron las tablillas de barro, las hojas de papiro y los rollos de pergamino e incluso las inscripciones y talladas en piedra. Fue horrible nunca creímos que sobreviviremos a la pérdida. Sin embargo al día siguiente, el sol salio por oriente y se puso por occidente como ocurría desde hace muescásemos siglos y la vida siguió tal cual.

  2. Relato hermoso y nostálgico, porque a pesar de toda la tecnología informática que es necesaria ¿quien lo duda? y a las pruebas me remito, el libro o cualquier otra escritura grabada, -sin desdeñar el actual soporte- siempre estará presente para el estudio y el conocimiento de nuestra especie (a pesar de que a veces no le demos la utilidad y el buen fin que se merece) como también quedaron y quedarán impresas en esta Tierra por mucho tiempo, los vestígios de antigüas y futuras generaciones.

  3. Muchas gracias por vuestros comentarios, compañeros Félix y Galeote…

    ¡Ojalá, como dice Galeote, el libro nos siga acompañando «in sécula seculorum» y pueda convivir con otras tecnologías como los libros electrónicos!

    Un abrazo.

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