Serengeti
Hoy mismo hace los años que decidimos marcharnos de safari al Serengeti. Hacía mucho tiempo que no desempolvaba de los cajones las fotos, maravillosas por cierto, con las que ilustraste nuestra aventura. Recuerdo la imagen de un sol poniente medio triunfal que se adueñaba de la paz intrínseca de la llanura; recorríamos con el 4 x4 conducido por el guía un camino, en apariencia tranquilo, pero en el que nunca debíamos haber bajado la guardia. Recuerdo también el cielo algodonado, los colores azules, rojos y amarillos de las intensas jornadas diarias, la primera tienda de campaña que tú compraste con tanta ilusión y nuestras conversaciones nocturnas en ella (durante el día nos embelesaba todo tanto que casi no intercambiamos media palabra); y por supuesto me acuerdo de las dos jirafas que incondicionalmente nos acompañaban y que corrían, despavoridas, a la par que nuestro land rover alquilado.
Jamás te diste por vencido cuando yo renegaba, refunfuñona, de este viaje hasta que a regañadientes me terminaste convenciendo. Al fin y al cabo, no teníamos hijos a los que cuidar y por suerte los dos contábamos con trabajos que nos permitían ese tipo de lujos. La verdad, y pensándolo bien, nunca habíamos dado rienda suelta a nuestros proyectos e ilusiones y ni siquiera pudimos disfrutar de una luna de miel como Dios manda por tu trabajo. Así que tiramos la casa por la ventana. Si al menos pudiera haberte convencido para viajar a un lugar más apacible y tranquilo como a New York o a París. Si al menos no hubiésemos bajado en ningún momento la guardia o el guía hubiese estado ojo avizor. Desconocíamos que las fieras siempre acechan y que además aprovechan sin miramientos el mayor descuido.
Ahora vivo con la culpa, mala consejera, adueñándose de mí. El otro día tiré a la basura todas las revistas y folletos que me recordaban a nuestro safari. ¿Sabes? Hoy hace los años que decidimos viajar a Tanzania y aunque me arrepiento de esta decisión, reconozco que nunca te había visto tan feliz. No sé si felizmente pero al final siempre termino durmiéndome en tu sofá preferido con las fotos desperdigadas por todo mi cuerpo cayéndome una lágrima por mi pómulo pero también esbozando una medio sonrisa en tu memoria. Y me siento un poco más aliviada.
USUE MENDAZA
Como me gustan estas historias que nos cuentas, siempre regogiendo sentimientos y reflexiones que hacen que nos detengamos a pensar un poquito sobre palabras o acontecimientos.
Un abrazo Usue.