UNA AMISTAD ESPECIAL
(MI HERMANA)
Mi aspecto, mis costumbres han variado; sé que alguna vez fui lo que ahora no soy. Fui joven, ágil, mi piel se extendía suave y cálida esperando unas caricias más allá del juego adolescente. Los hombres me miraron al pasar, y un pintor de escasa estatura sacó dibujos de mí y de mi hermana. Cuando quisimos verlos, cerró su carpeta y se fue, molesto por nuestra curiosidad. A partir de entonces ya nunca nada cambió para mí y mi hermana. A través de los años seguimos corriendo con las manos entrelazadas como cuando bajábamos por la calle para caminar hasta el río, ir al mercado, pasear por la plaza. El artista dejó sus pinceles, pero nosotras persistimos con las cabezas echadas hacia atrás, levantando nuestros faldones para avanzar más de prisa.
Renacimos en un infierno de fuego y humo. Nos sacaron trabajosamente y un entramado de correas y cinchos nos llevó hasta la playa. Estamos instaladas en el arenal, bajo la rueda acompasada de las estrellas. Alrededor hay quietud y hay movimiento: el mar que nunca descansa nos acerca sus azules y se aleja con sus verdes, enseña encabritadas crestas blancas o tiembla en calma cual espejo incierto del otro mar que hay detrás de las nubes. La luna llena nos ronda sin entregarse a nuestras ávidas manos. Ya nunca nada cambiará para mí y mi hermana.
Dorotea Fulde Benke
(Foto: Estatuas interpretando el cuadro de Picasso: «Mujeres corriendo por la playa»; Paseo Marítimo de Torremolinos)
Tu texto y la fotografía complementan esa hermosa y sugerente escultura. Gracias por compartirlos.