«No es un hombre más que otro si no hace más que otro.»
Los que nacimos en la posguerra vivimos muchas privaciones y muchas incertidumbres, vimos a nuestros padres y abuelos cargar con las secuelas de una juventud rota por un enfrentamiento irracional. No conocimos el pan blanco ni bebimos leche fresca hasta que nos la dieron en el colegio, comimos batatas en vez de patatas, los días de fiesta a veces alcanzaba para pollo y se bebía malta en vez de café, y, como se decía entonces, cuando seas padre comerás dos huevos, porque no había para más. Al colegio llevábamos un bocadillo de pan con mantequilla y azúcar y para merendar teníamos más pan con una onza de chocolate. Tuvimos que trabajar desde muy jóvenes, emigrar y vendimiar en otros países para poder sacar adelante las familias y el país. No todos pudieron estudiar lo que hubieran querido. Aprendimos a enamorarnos a escondidas, a luchar porque las mujeres pudiéramos tener derecho a trabajar, a viajar, a elegir sin pedir permiso a padres o maridos.
A pesar de todo eso y muchas cosas que no cabrían en este pequeño texto, creo que todos estamos orgullosos de haber contribuido a una España en paz que ha mejorado sustancialmente en todos los aspectos.
Ahora hay que dar paso a las nuevas generaciones, que han de gestionar el mundo de nuestros nietos y hacerlo sin miedo y con la confianza en que tenemos las generaciones mejor preparadas de nuestra historia en todos los niveles.
Yo sólo lanzo un deseo en un día como hoy, y es que se hagan los cambios necesarios para seguir mejorando pero que se preserven el consenso y la prudencia y que nadie en nuestro país tenga que vivir una guerra, sentir las punzadas del terrorismo o dejarse llevar por el odio o la violencia visceral. Todo lo demás se puede conseguir con ánimo y esfuerzo.
Y, ya que me suelto el pelo, deciros que adoro España, esta España diversa, diferente, generosa, solidaria y pasional con sus virtudes y sus defectos, la que encarna Don Quijote y la que encarna Sancho Panza, porque creo que esa es la única forma de querer, a las duras y a las maduras.
¡Que viva una España en paz para el futuro!
Brujapiruja
Suscribo todo lo que dices de pé a pá. Me adhiero a tus deseos y puntos de vista con la misma pasión y el mismo amor incondicional a mi país, que es el tuyo, el nuestro y el de todos los españoles.
Mucho se ha luchado para llegar adonde estamos como para echarlo todo a perder.
Yo tambien amo a mi país, pero a veces pienso que no hacemos los suficiente por él. O que con quererlo no basta.
Pero seamos positivos: un lugar que han recorrido don Quijote y Sancho, que ha sabido adaptar a la perfección la métrica renacentista y crear los más hermosos endecasílabos del mundo, donde nació La Regenta y murió Max Estrella, seguramente aún tiene mucho que decir. En todos los terrenos.
Que así sea.
Lo suscribo, de punta a rabo. Saludos.
Profundas reflexiones positivas. Me gusta el artículo. Saludos.