
Nacer, ese milagro.
Hay nacimientos que no se encierran en un pesebre ni caben en un cuadro. Nacimientos que no llevan pañales ni coronas, pero sí un temblor, una promesa, una luz que apenas se atreve a abrirse paso.
La postal de este año está ambientada en una cueva en lo alto de unas montañas tranquilas, no lejos del mundo pero tampoco en su ruido. Es un refugio humilde, abierto al cielo estrellado, como si estuviera en algún punto donde la tierra respira historia, aventura y compromiso. No es una cueva profunda ni oscura: es más bien un abrigo natural, un hueco cálido en la roca donde la luz encuentra un lugar para nacer y que no pertenece a un país concreto, sino que nos pertenece a todos.
Un bebé, una vida en su comienzo, sí. Pero también una ilusión que despierta, un proyecto que empieza a latir, una idea que busca su forma, un pensamiento que se adelanta a su tiempo, una civilización que se pregunta quién quiere ser, un amor que se abre camino, un amanecer que rompe la noche, una flor que decide abrirse, aunque el invierno persista.
Todo lo que existe —lo visible y lo invisible— nació alguna vez de un instante frágil: de una espera que parecía interminable, de un dolor que abría camino, de una entrega que sostenía lo que aún no tenía nombre.
Porque nada que merezca la pena nace sin esfuerzo. Nada llega sin esa mezcla de miedo y esperanza que acompaña a quienes se atreven a aportar algo nuevo al mundo.

Por eso celebramos el nacimiento del niño Jesús que inicio una nueva era con la luz de su mensaje, que comenzando un nuevo calendario ha conseguido iluminar al mundo, el alma y la conciencia humana.
Celebramos cada uno de los nacimientos del mestizaje hispanoamericano porque marcaron a un nuevo continente que completaba el mundo, lleno de vida y de culturas que se fundieron en el encuentro de corazones que aprendieron a reconocerse. Y con Jesús como estandarte. Por eso la postal incluye el mismo mensaje en Latín, en Náhuatl, en Quechua y en Español.
Porque celebramos todos los comienzos: los que ya florecieron, los que crecen en silencio, y los que todavía no saben que están en camino.
Celebramos la esperanza. La que sostiene. La que transforma. La que nos invita a mirar fuera de lo establecido y a creer que todavía hay hazañas que harán que lo imposible también tenga su cuna, aunque sea en un pesebre.
Y así, en este tiempo de luz y memoria, recordamos que cada nacimiento —humano, espiritual, creativo— es un acto de valentía, Amor y compromiso y por eso lo celebramos con júbilo todas las gentes de buena voluntad.
A todos os deseo:
¡Feliz Navidad!

Luisa Núñez
CEO del Portal Canal Literatura
Especialista Universitario en Sistemas Interactivos de comunicación.


