«Gran Jefe Un Lado del Cielo»,de Luis Hernández. Por Luis Fernando Chueca

Gran Jefe Un Lado del Cielo

La presente edición de los poemas de Luis Hernández Camarero tiene, por lo menos, dos funciones prácticas. Para el lector familiarizado con su obra, es una forma completamente distinta de aproximarse a esos poemas dispersos en cuadernos y recolectados, luego, por amigos y editores en diversos volúmenes a lo largo de los años. Para el lector que llega por primera vez a los textos —es el caso de la gran mayoría de lectores españoles— es simplemente la oportunidad de conocer a un poeta de culto.

Gran Jefe Un Lado del Cielo reúne y articula por primera vez los poemas protagonizados por el personaje homónimo —entrañable piel roja que vaga entre los cines en la Lima de los setenta— y que ha permanecido durante años en discreto segundo plano, escondido entre cromáticos yates, elefantes asados, soles lilas y otros elementos del imaginario hernandiano. Este libro es, pues, un reconocimiento a esa máscara delirante con la que Hernández observó tantas veces los paisajes de la noche y el mar «azul prusia» de la Herradura.

Gran Jefe Un Lado del Cielo. De Luis Hernández

Una edición tan aventurada como esta es también, entendemos, un riesgo. Pero damos el respetuoso salto al vacío con la la idea de que el espíritu lúdico del Gran Jefe disfrutaría del juego de la apropiación y el homenaje.

El libro —su éxito o fracaso— es exclusivamente responsabilidad de la editorial Esto No Es Berlín. Sin embargo, Gran Jefe Un Lado del Cielo no hubiera sido posible sin, para empezar, la generosa venia de los herederos de Hernández y la colaboración intermediadora de la editorial Peso Pluma, en Lima. Tampoco hubiera sido posible sin el trabajo anterior de escritores y editores como Nicolás Yerovi, Ernesto Mora, Luis La Hoz, Mirko Lauer, Edgar O’Hara o Rafael Romero Tassara.

Ellos, y otros más, forman parte de una cadena de amor por la poesía de Hernández. Esperamos que a partir de hoy el lector español también se haga parte de ella.


Del prólogo

*Llega a España por primera vez la obra del poeta peruano Luis Hernández Camarero (Lima 1941 – Buenos Aires 1977), cuya obra y prematura desaparición lo han convertido en una figura mítica de la literatura latinoamericana.

**Desperdigada en cuadernos manuscritos, su obra ilumina, como pocas, las décadas de los sesenta y setenta en una capital latinoamericana que se abría paso, a duras penas, a la modernidad. La música clásica, el rock, las playas y el cine configuran un universo urbano con la que han crecido las últimas generaciones de poetas en el Perú y que ahora, por primera vez, cruza el charco en forma de libro.

***Con Gran Jefe Un Lado del Cielo, la editorial Esto No Es Berlín presenta su Colección de Poesía Peruana Contemporánea, con piezas fundamentales del siglo XX aún desconocidas en España.

«Junto con las razones de su exagerada vida (y su muerte exagerada), y con su pertenencia al período de refundación de la tradición poética peruana, en los años sesenta del siglo pasado, está también su poesía. Leída bien o mal, pero cada vez más leída. Las características de su poesía resultan de un atractivo particular: lirismo extremo al lado de irreverencia y humor fresco y desfachatado, registros lingüísticos muy diversos e incluso simultáneos, collages, parodias y reescrituras constantes, alusiones a las drogas y otros paraísos artificiales. Y una belleza extraña y una complejidad suficientes para encantar tanto a lectores novatos como especializados».

Luis Fernando Chueca

 


Luis Hernández Camarero

(Lima 1941 – Buenos Aires 1977)

Luis Hernández Camarero

Pese a la escasa divulgación editorial de su obra mientras vivió, Hernández fue uno de los poetas más representativos e influyentes de los años sesenta en el Perú.

Médico de profesión, publicó apenas tres breves poemarios —Orilla (La Rama Florida, 1961), Charlie Melnick (La Rama Florida, 1962) y Las Constelaciones (Cuadernos Trimestrales de Poesía, 1965)— para pasar luego a la clandestinidad institucional y escribir la mayor parte de su obra en cuadernos que ilustraba él mismo y regalaba a amigos o desconocidos. El autor murió en las vías de un tren en Buenos Aires, el 3 de octubre de 1977, en circunstancias que apuntan al suicidio pero que, en realidad, nunca podrán ser aclaradas del todo. Es, en todos los sentidos, un poeta de culto.


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