Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
-Pero mamá, tú estás muerta.
-Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.
En Ajuar funerario, Fernando Iwasaki nos presenta una colección de microrrelatos terroríficos. En diez o doce líneas nos trasmite el miedo y el terror. En el prólogo nos advierte que no se lean si uno tiene hipoteca o una vida normal y no quiere despertarse por la noche con el vértigo y el sudor frío que no se lean. Y tiene razón porque estos relatos te dejan pensando, te trasmiten la sensación de los muertos que habitan entre nosotros, que viven y nos hablan de mil maneras. Con ouijas que explotan vasos o colonizando casas. Nos traen en coche como la chica del auto-stop o nos miran llorar en los funerales. Nos hablan en sueños y pesadillas, y simplemente no les oímos porque nuestra vida sigue y preferimos mirar a los ojos de los vivos. En unas fechas como éstas, en las que la muerte se hace presente, en noviembre, me gusta leer de muertos y vivos. Y Fernando Iwasaki me ha llevado a mi día de difuntos de un modo especial, me ha hecho estremecerme de miedo y asombrarme con sus micros, tan bien trabados, tan genialmente llevados, tan sorprendentes en sus últimas líneas. Lo he leído de modo desordenado, en momentos de soledad, abres uno y en cinco minutos lo tienes leído y te quedas pensando, soñando quizá, mirando a la luna, observando el pasillo vacío y callado. Oyes un crujido y piensas si quizá alguno de los muertos te quieren decir algo. Piensas en los libros que se llenan de seres de papel, en las aventuras que quizá el libro pueda llevarte desde la mesilla hasta tus sueños, en las monjas que tienen una cripta justo detrás de tu casa. En aparecidos en sueños, en sillas de dentista, en todo lo que leíste y te hace soñar de noche.
Porque los muertos toman vida en las palabras. Toman vida en nuestros sueños y anhelos. Porque solo vemos una parte de la realidad y es agradable encontrarse con voces en la oscuridad y pensar en sus relatos. ¿Quieren ustedes estremecerse un poco? Lean a comienzo de noviembre libros de lo oculto, está es una buena opción, pero seguro que tiene otras. Coman calaveras de azúcar o lleven flores a los muertos. Pero sobre todo lean algo horroroso que asuste hasta a los espíritus. Mejor en voz alta. Seguro que saldrán corriendo con sangre en los dientes después de haber masticado a Gorgona.
Brisne
Colaboradora de Canal Literatura en la sección «Brisne Entre Libros«
Blog de la autora
Ajuar funerario – Fernando Iwasaki – Páginas de Espuma