Cada uno en su sitio, pero todos en la misma mesa. Por Antonio Marchal-Sabater

Después de la resaca electoral me gustaría hacer un análisis, que, como todos los análisis, no convencerá a nadie; pero los escritores somos así: no podemos sustraernos a la realidad del día a día ni a implicarnos en ella.
Este resultado que inevitablemente ha desencantado a la mayoría de votantes es uno de los mejores que jamás podríamos haber dado a nuestros próceres. El poder está tan repartido que obligará a todos a escuchar a todos y consensuar, algo que el señor Rajoy Brey ha olvidado en sus últimos cuatro años de gobierno; y que conste que no sólo hablo de economía, donde ha tenido más aciertos que errores, aunque los errores hayan sido nefastos para una gran parte de la población, justo la que le ha dado la espalda en las elecciones. Hablo de las leyes de educación, de seguridad ciudadana, de tasas judiciales, de la abortada del aborto, de la reforma laboral; y de todas aquellas que no habiendo sido positivas ni negativas para la crisis han impuesto el señor Rajoy y el PP a base de rodillo. Rodillo que ha machacado las ilusiones de aquellos que quisimos sacudirnos la lacra de Zapatero y nos metimos en las fauces del fascismo, del Opus Dei, de la corrupción y del poder a espaldas del pueblo –todos los políticos, apenas tocan pelo, olvidan el significado de la palabra democracia. Democracia no es sólo votar cuando caduca el Gobierno; democracia es que el pueblo imponga sus normas y elija al mejor postor para ejecutarlas, para llevarlas a buen puerto, y eso es precisamente lo que los españoles han sancionado en la política de Rajoy, su absolutismo–; y qué es lo que han decidido las urnas es que no ven mal que siga gobernando, si alguien más moderado lo vigila de cerca, y he ahí la lectura que tiene que hacer el PSOE. El pueblo no confía en ellos para que gobiernen, pero sí para que vigilen al Gobierno, pero con Pedro Sánchez fuera de la carrera hacia la Moncloa por bocazas y mal educado; mensaje este perfectamente interpretado por Susana Díaz que salió a la palestra la noche electoral para dejárselo bien claro a propios y ajenos.
Lo crean o no, el pueblo es sabio y soberano. También Podemos ha recibido su mensaje, aunque no sé si Pablo Iglesias sabrá leerlo. El pueblo no le da derecho a gobernar, ni siquiera a crear grandes mayorías; pero lo han convertido en el Robin Hood de los desheredados del PP, de aquellos que ni con dos trabajos pueden salir adelante; de los que vieron como el banco que les prometía el oro y el moro se quedó después con todo, y aun así han recibido ayudas del Gobierno que, tapándose las narices y mirando hacia otro lado, les dio la espalda para que a final de año los grandes bancos pudieran hacer gala de sus ganancias y dividendos a repartir a bombo y platillo, gracias a que ellos sí tenían un gobierno que miraba por sus intereses y que ahora han perdido. Porque en este país, hasta que no matamos la gallina de los huevos de oro, no nos damos cuenta de lo cainitas que somos.

candidatos

Otro mensaje dirigido tanto a Podemos como a los nacionalistas, disguste a quien disguste, es que el primero ha demostrado que con inteligencia se puede acabar con el problema nacionalista, no en vano ha ganado en todos los territorios que antes habían abominado de España; y si no muere de éxito cual idiota, su labor en ese terreno puede ser la puntilla de los anacrónicos nacionalismos que en estas elecciones se han visto reducidos a su mínima expresión. ¿Por qué? Porque su camino también ha sido errático durante esta legislatura.
Sobre Ciudadanos, qué decir. Pues que, habiendo ganado sus propuestas claramente, el pueblo no ha querido que las capitanee en solitario Albert Rivera y ha preferido que sean acometidas por los cuatro grupos parlamentarios con más presencia. O sea, que ha ilusionado al pueblo, pero que ha preferido que el consenso sea el director de orquesta. Y ahí tienen su futuro: es el árbitro, el amo de las llaves de todos los pactos, el condimento de todas las salsas, sin él sólo sería posible la gran coalición PP-PSOE, pero sólo  con el concurso del conjunto o subconjunto de ambos que tiene relación unívoca con Ciudadanos, y harían muy mal en obviarlos.
En fin, que ahora tendrán que pactar, deshacer parte del camino andado, regresar a un punto de unión y desde ahí volver a empezar, véase, educación, aborto, seguridad ciudadana, reforma laboral, configuración territorial y, cómo no, revisión constitucional. Rajoy tampoco haría mal en retirarse ahora con cierta dignidad aún y dejar paso a Soraya; quizá entre ella y Susana este país aún tenga solución.

Antonio Marchal-Sabater

Blog del autor

 

2 comentarios:

  1. No sé si el país tiene solución, así a corto plazo. Sobre todo cuando parece que lo que buscan los poíticos es el sillón a costa de perder la dignidad y el norte, que no ha de ser otro que el buen gobierno y el bien de los ciudadanos.
    A ver qué se nos avecina.
    Muchos besos, Antonio.

  2. Vaya lío de país, al que no quiero dejar de llamar España, y mucho menos que me puedan prohibir «sentirme española». ¡Y a mucha honra!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *