Cervantes y los alemanes. Por Santiago Tracón

(Fotos: Fernando Redondo)

 El Quijote es una fuente inagotable de sorpresas. Estoy escribiendo un libro sobre el origen converso de Cervantes y las huellas judías que aparecen su obra, tan numerosas como evidentes. Al estudiar el capítulo sobre el morisco Ricote me he topado con la historia de los peregrinos tudescos, tan sugerente y actual que no puedo dejar de comentarla. Resumo el pasaje.

Camina Sancho sobre su asno, después de renunciar a su cargo de Gobernador de la Ínsula Barataria, y se encuentra con un grupo de peregrinos extranjeros que enseguida levantan sus voces y se ponen juntos a cantar en una lengua que desconoce Sancho, pero en la que distingue bien la palabra “limosna”. Caritativo, saca de sus alforjas queso y pan, y se lo ofrece. Lo toman y le dicen: ¡Guelte! ¡Guelte! No entiende Sancho y uno le muestra una bolsa llena de dinero. Sancho, con un gesto, les responde que no tiene un céntimo y prosigue su camino. Es entonces cuando lo reconoce su vecino Ricote, que se abraza a él y le cuenta su historia.

Se paran todos a comer, y Sancho comprueba que los peregrinos van bien proveídos de todo, de pan, sal, nueces, queso, jamón, aceitunas y hasta cavial, “hecho de huevos de pescados”. Cada peregrino llevaba, además, su bota de vino. Chocando la mano con Sancho, de cuando en cuando uno le decía:
Español y tudesqui, tuto uno: bon compaño.
Y Sancho respondía:
-¡Bon compaño, jura Di!

Le cuenta luego Ricote: “Juntéme con estos peregrinos, que tienen por costumbre de venir a España muchos de ellos cada año a visitar los santuarios de ella, que los tienen por sus Indias”.
Recorren toda España y “al cabo de su viaje salen con más de cien escudos de sobra, que, trocados en oro, o ya en el hueco de los bordones o entre los remiendos de las esclavinas o con la industria que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras”.(Fotos: Fernando Redondo)

Pues sí, ya lo ven. La picaresca no la hemos inventado nosotros. Hace siglos que los alemanes la practicaban con indudable éxito. ¡Y ya eran entonces nuestros amigos! Español y tudesqui, ¡tuto uno! Buen compaño, el español. Tú traer oro y plata de Indias y nosotros llevarlo de camuflaje sin necesidad de correr riesgos por inhóspitos mares. Nosotros mover bolsa con dineros; vosotros tener santuarios buenos para nosotros…

¿Existe un determinismo histórico que señala el rumbo de los pueblos? ¿Tendencias profundas que marcan modos de ser y de actuar que van más allá del individuo? ¿Por qué Alemania (sus bancos, su gobierno, muchos alemanes) actúa hoy con la misma engreída picaresca y engaño que estos tudescos cervantinos? ¿Por qué seguimos consintiendo que, mediante miles de artimañas y mentiras financieras y políticas, sigan expoliando nuestra riqueza, haciéndonos trabajar más cada día para rescatar sus bancos, arrojando al paro a millones de españoles? Sí, Rajoy y Merkel, ¡tuto uno!

Santiago Tracón

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