Alba Editorial, bajo la colección Clásica Major y de la mano de Víctor Gallego Ballestero en la selección y traducción, publicó en el 2004 una ambiciosa selección de los cuentos de Chéjov que nos llevan desde el inicio de su producción hasta el final de sus días. La amplia antología, entre otros, tiene el acierto de mostrarnos una extensa gama de registros sobre el conocimiento de la naturaleza humana que tenía el escritor ruso. Si sus estudios de medicina le conferían el título de conocedor y experto del cuerpo humano, sus relatos, así como sus obras de teatro y novelas, le catapultaron como dominador del alma humana. Sus personajes, entre otras cosas, exploran dentro de su soledad (esa que nos acompaña a lo largo de todos nuestros días hasta la muerte) y buscan denodadamente alguna respuesta a las preguntas que los tienen atrapados en la indecisión y en la duda. Esa soledad es la que marcará sus vidas, y que dada su omnipresencia, sólo serán capaces de engañarla unas pocas veces, porque en la mayoría de la ocasiones no podrán hacerlo.La amplia y magnífica introducción de este recopilatorio, nos sirve para acercarnos más si cabe la figura de Chéjov, y así, saber que desde que inició sus estudios de medicina, se dedicó a escribir cuentos que posteriormente publicaba y le servían de sustento a su humilde familia. Del mismo modo, que nos revela, que el propio autor se vanagloriaba de poder resolver cualquier historia que se le planteara o aquellas otras que el mismo imaginaba, en apenas unas horas, pasando de la producción a la publicación en un corto espacio de tiempo, lo que nos da una idea de la inmediatez de algunas de sus composiciones y las convierte, más todavía, en absolutamente geniales, lo que además, nos habla de la inteligencia del autor.
Esta vasta antología del autor ruso posee cuentos memorables, y dentro de ella, a buen seguro que están los favoritos de la mayoría de sus lectores, pero en mi caso, siempre que abordo a Chéjov, recuerdo el cuento en el que Raymond Carver recrea los últimos días del autor y que lleva por título Tres rosas amarillas. Sin duda, un extraordinario homenaje al maestro, y un digno ejemplo de su prosa que nos abre la posibilidad de cerrar el círculo de la vida de uno de los mayores escritores de todos los tiempos.
En el universo de Chéjov cabe casi todo, y la amplia gama de personajes que él nos muestra en sus cuentos, nos retratan tanto el campo como las ciudades rusas, y éstos van desde la alta sociedad con sus señores, hasta los campesinos con sus humildes dachas. Además, en sus relatos tienen cabida una multitud de creencias de un pueblo ruso que está despidiendo el siglo XIX y comenzando el XX, a pocos años ya de la revolución rusa.En definitiva, Chéjov es sin duda imprescindible en cualquiera de las facetas literarias que ha cultivado.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel