Cómo armar y desarmar un relato. Por Rubén Castillo

 

Muchas personas, incluso de buena fe, opinan que los talleres literarios o los consejos que imparten los escritores consagrados no valen para gran cosa, porque es imposible comunicar el talento de la escritura. Y tal afirmación, aunque esconde una porción de verdad (el talento no se enseña), peca de irreflexiva: todas las tareas creativas mejoran cuando reciben el impulso de un aprendizaje. Un arquitecto necesita dominar el dibujo técnico; un pintor debe conocer en profundidad las condiciones de sus óleos o la más productiva combinación de colores… Y esas sabidurías se enseñan. Que luego el creador auténtico las retuerza, las deforme o las mejore es otro cantar. Pero se empieza por aprender. Con humildad, con sencillez, con prudencia.

Fernando Clemot, autor de libros tan memorables como El golfo de los Poetas o Estancos del Chiado (premio Setenil en 2009), acaba de publicar un libro que es realmente útil y valioso para quienes se adentran en el mundo de la escritura. Se titula Cómo armar y desarmar un relato y lo publica la editorial Base. Y desde el principio el autor barcelonés explica que quiere presentar este volumen «como un libro que combina lo teórico, la experiencia personal y lo práctico. Como un libro que trata de orientar, de desbrozar un camino por el que hemos tenido que pasar todos» (p. 11). Y ciertamente lo consigue, partiendo de una premisa inteligente, rigurosa e indiscutible: «Es un rasgo general que los nuevos escritores se quieran pasar por alto algunas etapas de formación y llegar a los objetivos que se han propuesto (publicación, notoriedad) con rapidez y con el mínimo esfuerzo. Se ha producido un efecto de transmisión desde la sociedad a la literatura de uno de los valores más arraigados de nuestro tiempo: la inmediatez. Todo lo exigimos al instante, nuestros deseos deben ser cubiertos con celeridad: en una sociedad en que casi todo se puede comprar cuesta entender que haya algo que no se puede obtener con una tarjeta de crédito» (p. 25).

Para quebrar esa tendencia, Fernando Clemot se detiene en cada uno de los pormenores que conforman la confección de un texto creativo en prosa: los tipos de narradores que se pueden elegir para contar una historia (con una interesante explicación de sus virtudes y limitaciones); un apartado práctico en el que se analizan las condiciones que debe cumplir un buen título; una breve aproximación al monólogo interior como ingrediente narrativo; el análisis de algunos inicios famosos de cuentos (para analizar sobre ellos sus aportaciones y sugerencias); la importancia de incorporar al personaje central, debidamente tratados desde el punto de vista literario, algunos elementos de la vida del autor (el llamado “fondo sentimental”)… Finalmente, el volumen se cierra con una serie de consejos sobre el formato y la presentación que debe respetar el escrito (márgenes, justificación, sangrías, etc.), así como algunas indicaciones ortográficas de fácil memorización y manejo. También se incluyen un interesante texto de Fernando Clemot sobre las últimas generaciones de narradores españoles y una amplia selección de libros ordenados cronológicamente para lectores y escritores que se quieran formar de un modo completo y equilibrado.

Un libro serio e iluminador, escrito con prosa diáfana por uno de los mejores cuentistas del país, donde se nos ofrecen algunas recomendaciones para concebir, construir y presentar nuestras historias de un modo eficaz.

 Rubén Castillo

Blog del autor

3 comentarios:

  1. Voy a encargarlo esta misma tarde. Por lo que comentas, parece un libro imprescindible de un autor (cuentista) muy interesante que no conocía. Muchas gracias por compartirlo, Rubén.

    Desde que hago mis pequeños «pinitos» en este mundillo de Mamá Literatura, he visto (y comprobado) en más de una ocasión que al escritor, en general, aunque mucho más a los neófitos, les suele faltar Humildad a espuertas y sobrarles Ego y petulancia como si se hubieran equivocado de talla y embutido en un traje que les viene demasiado grande.
    Es cierto que el talento no se enseña, pero se pule: un diamante no se convierte en una preciosa gargantilla por el solo hecho de serlo. Venimos a esta Escuela a aprender, qué narices, de otra forma sería muy aburrido. Si revisamos las biografías de algunos genios de la humanidad, veremos como ellos tuvieron que hacer un trabajo más arduo, si cabe, para afinar su don y poder compartirlo con el resto de los mortales…

    Subrayo y remarco en negrita:

    «Es un rasgo general que los nuevos escritores se quieran pasar por alto algunas etapas de formación y llegar a los objetivos que se han propuesto (publicación, notoriedad) con rapidez y con el mínimo esfuerzo. Se ha producido un efecto de transmisión desde la sociedad a la literatura de uno de los valores más arraigados de nuestro tiempo: la inmediatez. Todo lo exigimos al instante, nuestros deseos deben ser cubiertos con celeridad: en una sociedad en que casi todo se puede comprar cuesta entender que haya algo que no se puede obtener con una tarjeta de crédito» (p. 25).

    Un saludo.

  2. Sí, yo también me lo apunto. Seguro que nos servirá mucho a todos los que nos hemos aventurado en algo tan inmenso como es la escritura. Y donde lo más importante no es la velocidad en llegar, sino en ser un corredor de fondo, con todo lo que implica esto.

    Muchas gracias por compartirlo.

  3. Exacto. Vivimos instalados en el «ahora o nunca». La rapidez con que se maneja ahora la información, la falta de cultura del esfuerzo… y el deseo de notoriedad, es más diría yo la vanidad y el ego subido de los que se creen que escriben denodadamente bien y es justamente al contrario . Una buena recomendación tu libro.

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