El hombre cada vez es más competente, y no es para menos, cada vez se le exige más, cada vez se le pide que domine más conocimientos para decir que pertenece a la fila de «los hombres con mentalidad de un nuevo siglo». Ya no se trata únicamente de enfilar a las, digamos, nuevas generaciones para que estén habilitadas en el porvenir especializado, esto ya no basta. Ahora lo que es importante es que todo ser humano esté familiarizado con el conjunto de técnicas que da pasos agigantados.
Y es en este momento en que aparece el binomio tecnología-conciencia. Bien se dice que todo se puede aprender y aprehender en un tiempo, con clases, con métodos, y así, metafóricamente hablando, «de la noche a la mañana» se puede aprender un idioma, se puede ser docto en muchas habilidades (recordemos que la tecnología está presente, muy de cerca del humano para que estas tareas se cumplan en tiempos récord). Hasta el más inexperto ya fue un dador de lecciones de, digamos, de una ciencia exacta. En estos procedimientos formales se encuentra, siempre se encontrará la comunicación; algunas personas son más eficientes teniendo una comunicación verbal, otros más con el uso de la escrita y aquí, precisamente aquí es donde empieza el gran debate y embates de algunas vidas.
Todo obedece a decisiones; desde el momento de despertarnos hasta decidir ir a trabajar, llevar al colegio a nuestros hijos, etc. Todo lo anterior llevan implícitos los términos: responsabilidad, seriedad, disciplina, constancia, esfuerzo, voluntad. Si algo se hace mal con estas labores cotidianas hablará mal de una imagen propia (si se decide no levantarse para ir a trabajar, podría ser el caso) y las consecuencias serán fatales.
De esa misma manera funciona la determinación de usar la tecnología; se enunció el caso del correo electrónico en nuestro titulo. Y es que hay que reconocer que es una vía de comunicación práctica, instantánea y precisa. Si se ha tomado la decisión en algún momento de la vida de tener un correo electrónico se debe de acoger con la mayor seriedad; no olvidemos que cual círculo de comunicación alguien tiene el papel de emisor y receptor. El mensaje siempre se espera. No es posible, bajo ninguna circunstancia, que se le conceda poca o nula importancia a un correo electrónico. Alguien espera noticias mías como yo aguardo información de utilidad de alguien: así de fácil.
¡El hacer caso omiso a un correo electrónico habla mucho de quienes somos!
Mauricio Polina Cano