«Masa», de Joost Vandecasteele. Por Maite Diloy

Masa

 

«El hecho de que gigantes de internet como Facebook o Google ofrezcan todos los servicios básicos  de la red, como correo electrónico, vídeo-conferencias y noticias, para que nunca tengas que salir de sus dominios, va contra la lógica de esa red abierta que predican. Hyun-Ki ve un peligroso paralelismo con el tipo de redes cerradas que forman los integristas musulmanes, de forma que nadie tenga nunca acceso a sitios web que difunden ideas distintas.»

Joost Vandecasteele me sorprendió gratamente con Por qué el mundo funciona perfectamente sin mí. Recuerdo que tras leerlo decidí volver a sus letras en cuanto pudiese, y la ocasión no ha tardado en presentarse.  Masa ha sido un fenómeno editorial en Bélgica; aquí creo que también ha recibido premios. Pero si yo he decidido escribir de Masa no es por eso. Quizá no tiene el punch de Por qué el mundo funciona perfectamente sin mí, es un pelín más lento, pero plantea una distopía muy interesante, una sociedad en guerra tecnológica manejada por una conspiración de empresas encarnadas en Blurred Inc. Lo interesante del planteamiento es que, cuando uno lee Twitter o Facebook, cuando mira foros, cuando simplemente navega o hace un inocente test, deja sus datos en la red. Una red que acumula datos, que pone a disposición de cualquiera nuestras preferencias y que bien pueden servir para crear informes de consumo o incluso −y es lo que Vandecasteele plantea− crear de esos datos bulos que influyan en mercados o incluso en revoluciones.

Todos opinamos, todos influimos en los otros, incluso nos creemos lo que leemos. Las opiniones no formadas, las informadas, incluso las que sí tienen poso, se mezclan en la red de redes creando opiniones. Es más, me atrevo a decir que muchos, quizá entre los que yo esté, tomamos noticias de la red y las transformamos en verdades. Masa nos plantea ese futuro y cómo nos influencia la red. Le damos tanto poder que somos el objeto perfecto para transformar nuestra individualidad en masa. Todas las revoluciones necesitan una masa que las arrastre. Ahora esa masa nacería de internet.

En sus páginas encontrarán un futuro que posiblemente no se cumpla pero bien montado sobre fenómenos que ahora aparecen en las noticias: Anonymous, Julian Assange o los indignados españoles.

Léanlo y plantéense ustedes mis dudas. Háganlo. Luego intenten separar la paja del trigo y plantéense que quizá alguna de las noticias que nos acosan no son más que bulos que interesan a alguien. Ahora, mientras escribo, recuerdo toda la crisis de la prima de riesgo en España y casi me doy cuenta de que los mercados también se basan en bulos.  Evidentemente no creo que haya una conspiración para cambiar la historia, no soy tan lerda, pero sí me he planteado muchas veces que estos periódicos digitales que inundan muros en Facebook, y que tanta gente lee, basan sus noticias en rumores, crean la noticia y nosotros nos la tragamos hasta la empuñadura.

Me parece una buenísima novela para reflexionar.  ¡Qué la disfruten!

Maite Diloy (Brisne)
Colaboradora de Canal Literatura en la sección «Brisne entre libros»
Blog de la autora

Un comentario:

  1. Su artículo me ha parecido muy interesante. Expone algo para recapacitar bastante sobre el uso y la manipulación de las tecnologías. De los dos libros de los que habla, ¿cual de ellos me recomendaría para empezar?
    Muchas gracias.

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