Meditaciones. Por Rubén Castillo

 

Marco Aurelio no fue, desde luego, un emperador romano al uso. Combatió, por supuesto. Y tomó decisiones polémicas durante sus años de gobierno, desde luego que sí. Pero, en los ratos libres, se dedicaba a tareas reflexivas y fue redactando estas famosas páginas que, con el título de Ta eis heautón (las escribió en griego), se han divulgado habitualmente como Meditaciones. La editorial Alianza fue la encargada de comercializar esta traducción, llevada a cabo por Bartolomé Segura Ramos.

Muchas son las cosas que me han llamado la atención en este compendio de sentencias: la serenidad de su enunciación, la honda verdad que alienta tras sus líneas y, sobre todo, la sensación de que constituyen un vademécum fraguado con lentitud de gotera, que no hay en ellas prisa, ni efectismo, ni frases huecas articuladas porque sí. Muy reconfortante.

Y como quizá el mejor elogio y la mejor publicidad que se pueda hacer de este libro es anotar algunas de sus mejores sentencias, ahí las copio, aun sabiendo que mi resumen es tan arbitrario como incompleto. Lo completaré diciendo que son las frases que he subrayado en rojo, después de leer la obra tres veces a lo largo de mi vida. El tiempo las ha decantado dentro de mí: “Al amanecer, dite a ti mismo: me voy a tropezar con un indiscreto, un desagradecido, un insolente, un envidioso, un insociable”. “No hay que aspirar a la buena opinión de todos”. “Es preciso estar recto, no que te pongan recto”. “No realices ningún acto al azar”. “¿La esmeralda se hace peor de lo que es si no se la elogia?”. “Ciego, el que cierra el ojo de la inteligencia”. “El hombre que obra bien no trata de sacar beneficio, sino que pasa a otra cosa”. “Imposible es que los malos no hagan algo a su estilo”. “La mejor manera de defenderte es no parecerte a ellos”. “El orgullo es un terrible embaucador”. “La buena fama entre la multitud es el aplauso de las lenguas”. “De muy pocas cosas depende el vivir felizmente”. “Muchas veces comete injusticia el que no hace nada, no sólo el que hace algo”.

Rubén Castillo

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Un comentario:

  1. Lo leí hace un tiempo, en su edición del Círculo de Lectores (no sé ahora mismo quién era el traductor), y pensé entonces que debería convertirse en libro de cabecera de la humanidad. Es un texto muy actual, pues hemos cambiado poco desde el siglo II; y, además, fácil de leer, al ser sentencias cortas, pequeños párrafos o incluso frases, que concentran una gran sabiduría, con los temas que siempre han preocupado al hombre: el paso del tiempo, la muerte, la condición humana, la moralidad, el bien y el mal…
    Sí que hay que leerlo.
    Un abrazo.

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