«Conocer lo que él interpretaba como opiniones privadas del profesor, y por tanto puntos débiles, le permitió mostrar mayor aplomo en las clases. Ya no agachaba la cab eza cuando la mirada del profesor se miraba cruzaba con la suya. Le gustaba pensar que éste se daba cuenta de lo sucedido, y de que por ello le tenía en especial consideración»
En Padres, hijos y primates, Jon Bilbao nos habla de relaciones humanas. De un tipo Joanes, de su vida, que podría bien ser la de cualquiera de nosotros. De un suegro alfa acaparador, donante de la pasta que mantiene a la familia, castrador. Un negocio ruinoso dependiente de una llamada que no llega. Sucesos comunes, gente común o no tanto.
Joanes tiene además un secreto, como lo tenemos todos, una brillante carrera universitaria que da al traste por la intervención supuesta de un profesor. Un informe negativo que quiebra su futuro. Puede pasarnos a todos. Uno tiene un brillante futuro envuelto en una caja perfecta, se imagina su contenido, se ve ganador y cualquier circunstancia hace que el paquete se moje y no pueda abrirse. Él culpa a su profesor, al que casualmente encuentra en un viaje a México huracán incluido. Y es ese encuentro el que desencadena el terror del libro. Ambos son pragmáticos, y ante su pragmatismo y lo que cada uno estamos dispuestos a hacer por conseguir lo que deseamos es dónde el libro encuentra su desarrollo.
Y ahí es dónde han surgido mis reflexiones post lectura. ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por conseguir algo, quizá vital, como una llamada de teléfono? ¿Pondríamos por delante nuestro bienestar económico a la llamada por saber la suerte de un hijo? ¿Haríamos cualquier cosa por lograr saber cómo están nuestros vástagos? ¿Qué es lo vital?
Joanes y el profesor nos dan sus respuestas. Yo me quedo con mis preguntas. Sin respuesta y sin saber qué haría en ese caso. Visto desde fuera nada parece tan vital. Visto desde la barrera el toro nunca es tan fiero. Pero hay que meterse dentro para notar el cuerno rozando la espalda y ahí pensar como actuar, y quizá todos nos sorprenderíamos de nuestras decisiones, nos convertiríamos en tigresas defendiendo nuestros cachorros.
Y luego están las circunstancias anteriores que de modo tan magistral Bilbao nos va dibujando a pinceladas: saldar cuentas con el pasado, tener la oportunidad de vengar tus fracasos, volver a abrir el paquete del trabajo deseado, convertirte en un triunfador frente al agobiante suegro. O no. Simplemente cerrar el capítulo del pasado para poder vivir tu futuro. Quizá todos lo haríamos. En el fondo es posible que acabásemos como Joanes tumbado en una cama y viendo como la calma llega tras la tormenta.
Brisne
Colaboradora de Canal Literatura en la sección «Brisne Entre Libros«