¿Por quién doblan las campanas? Por Antonio Marchal Sabater

campanas

La violenta muerte de la Presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, ha sacado a relucir lo peor que los españoles llevamos dentro. Ese odio cainita y visceral que desde la noche de los tiempos tantas malas pasadas nos ha jugado. Y es que nos ha faltado tiempo para justificar lo injustificable, culpar al inocente y vilipendiar al honesto haciendo que salten chispas en las redes sociales. Deberíamos hacérnoslo mirar. Los hechos poco tienen que ver con el devenir político de la finada, sin embargo, las reacciones que su muerte ha suscitado me han traído a la memoria sucesos del pasado que, aunque no viví en primera persona, he reproducido tantas veces en mi mente y en mis novelas que ya me son cotidianos.

Esas extorsiones que hoy llamamos scratches y que tanto gustan a nuestra izquierda, ya fueron utilizadas durante nuestra catastrófica II República, solo que entonces los protagonizaban los pistoleros de uno y otro lado. Así se fueron sucediendo numerosos sucesos violentos: quemas de conventos, paseíllos a políticos de uno y otro bando, secuestros en checas –cárceles del pueblo las llamaban–, hasta culminar en los asesinatos del Teniente Castillo, militar vinculado a la izquierda, a manos de pistoleros de la extrema derecha, y la reacción de la izquierda con la detención y posterior asesinato a manos de la Guardia de Asalto, fuerza policial republicana, de Calvo Sotelo, político español de la confederación de derechas autónomas, CEDA, a la sazón jefe de la oposición. Ambos hechos acaecieron el 12 y 13 de julio de 1936, respectivamente, y son considerados hoy como la chispa que hizo saltar por los aires la organización política que había sustentado tanto desmadre, la república, el 18 del mismo mes y año.

El mundo del cine y la cultura de después de la transición nos han grabado a fuego las maldades del régimen franquista con la intención de vacunarnos para que no volviéramos a revivirlo, alentados por la máxima de que “un pueblo que olvida su pasado está obligado a repetirlo”. Sin embargo, hemos olvidado sucesos execrables ocurridos durante la II República y como consecuencia los estamos volviendo a vivir.

El fenómeno franquista y los cuarenta años de violencia, injusticia y oprobio a los que nos vimos sometidos no fueron más que la consecuencia violenta y desproporcionada de la ineptitud de nuestros políticos y monarcas de la primera mitad del siglo XX, y contra eso nadie nos ha querido vacunar.

Pero volviendo al hecho que me ha sentado frente al ordenador, la muerte a tiros de la presidenta de la Diputación Provincial de León, quiero recordar los versos de John Donne, a los que ya en otras ocasiones he hecho referencia y que hoy, muy especialmente, se adaptan a las circunstancias.

(…) Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, da igual que fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

 Antonio Marchal Sabater

Blog del autor

Marchal-Sabater

Escritor murciano nacido el 6 de agosto de 1964. En los años ochenta ingresó en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado e inmediatamente fue asignado a los servicios de información, circunstancia que le llevó a ser testigo de numerosos acontecimientos de la transición, en diferentes lugares de la geografía española: País Vasco, Cataluña o Madrid. En algunas de sus novelas refleja parte de ese pasado, describiendo algunos hechos tal y como sucedieron y otros adaptándolos a la trama, sin desvirtuar la realidad. En su currículo cuenta con varios premios literarios, como el del certamen de micro-crímenes de Falsaria 2012 y el 2º premio de relatos cortos organizado por el Ayuntamiento de Lorquí (Murcia), dentro de la celebración de la II Semana Cultural 2013. Títulos de este autor. El Valle de las Tormentas (Bubok) Bajo la Cruz de Lorena. (Serial Ediciones grupmtm)

5 comentarios:

  1. Elena Marqués

    Como tú dices, hay que conocer bien la historia, sobre todo para no repetirla. El asesinato de la Presidenta de la Diputación de León me ha recordado, como tú señalas, a algunos que precedieron a la guerra civil española, donde el clima de tensión y de odio era tremendo. Es para estar preocupados y pesimistas.
    Ya hace unos años el padre de una compañera de mi hija me lo comentaba en el colegio, y yo no quería creerlo. «Exageraciones», pensaba. Pero el caso es que hace poco leí «La noche de los tiempos» (no creo que hayas empleado tú en el artículo ese sintagma por casualidad), de Antonio Muñoz Molina, y descubrí con horror muchas realidades cercanas y no superadas. No sé si será typical spanish eso del odio cainita, pero yo me quiero bajar de aquí.
    Un abrazo, Antonio.

  2. El odio me da la impresión de que no es cosa nuestra solamente, no hay más que ver la historia reciente de los Balcanes o de Ucrania que son países cercanos. La violencia siempre se sabe como empieza pero nunca como acaba. Pero tenéis razón en que hay que recordar también las pre-guerras que nos dan indicadores de como se empieza.
    En fin, confío en que aunque parezca que no, algo vamos aprendiendo, y hay que saber, por desgracia, que en todo puchero hay garbanzos negros pero son muchos más los que hacen el potaje.
    Abrazos a los dos

    • Antonio Marchal-Sabater

      Es cierto que el odio no es una actitud exclusivamente nuestra, pero somos gente peligrosa. Tiramos de navaja con una facilidad pasmosa, aunque entre nuestras filas hay gente buena, pero no debemos permitir que se bajen.

  3. Antonio Marchal-Sabater

    Me ha gustado mucho tu comentario, Elena. Y tienes razón en lo de mi velada alusión a Antonio Muñoz Molina. Sin embargo, no creo que bajarse de aquí sea lo mejor, todos debemos arrimar el hombro y todo hombro con buena intención es bien recibido.

    • Elena Marqués

      Tienes razón, Antonio; pero estamos tan perdidos… Cunde el desánimo cuando cada día nos desayunamos con una mala noticia.
      Es cierto que estas resuenan más que las buenas, que los casos de corrupción y de violencia están a la orden del día; pero también hay mucha gente positiva y trabajadora en nuestro país a la que hay que recuperar. Quizás podíamos empezar por ahí: ¿Te imaginas un diario solo con buenas noticias y que resaltara las cualidades y actos de la gente honrada?
      Pues a ver si lo fundamos.
      Un abrazo.

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