Comenzábamos El Cascabel en 13 TV. El cotidiano vía crucis catalán de nuestros pecados, los «humos» de Carmena y los desatinos de la tropa «okupa» del Ayuntamiento de Madrid en el guión. Saltó la primera noticia. Confusa, alarmante, una explosión, un tiroteo, luego más, en París. Y el instinto y los años de profesión te señalan lo que temes. Que es atentado, que es matanza, que es terror, y la mente te lleva hacia atrás, a aquella mañana cuando una bomba estalló casi en la esquina de tu casa en la plaza de la Republica Dominicana, bajaste y te topaste con la sangre y aquel autobús de jóvenes guardias civiles destrozado y el recuerdo te conduce a aquella otra, 11-M de 2004, cuando empezabas también un programa de televisión con Piqueras en Antena 3 y llegó el primer reporte de una explosión en un tren y las primeras cifras de muertos. Y luego otra bomba y otro convoy y después la confusión y el número de víctimas creciendo y tú sintiendo que serán muchas, que la masacre será brutal. Y esta noche, madrugada del viernes al sábado, sabes que va a ser igual.
Eres periodista; Antonio Jiménez, el director del programa, tambien. Comprende que no hay otro deber que, con los medios que sea, estar en ello, informar. Es nuestra profesión. Lo comprende igualmente Sergio Martín en 24 horas de TVE. Otros siguen en Jorge Javier. París, Francia y Europa, todos, ante una matanza, ante una guerra en la misma puerta de nuestras casas, en el restaurante, en la sala de fiestas, en el futbol, y algunos siguen en Jorge Javier. Y otros en la monserga. Que también sabes que no tardará en comenzar. El mantra de quienes se tapan con las anteojeras ideológicas y los dogmas sectarios la realidad.
Nos han declarado la guerra y no nos queremos enterar. O combatimos o nos matan como a ganado. Como mataron ayer y seguirán. En Siria o en Iraq y en Madrid, en París, en Londres, en Nueva York. En todo lugar donde puedan matar. Es así de sencillo, es así de terrible. Es algo que tenemos que afrontar, es algo inevitable porque te han declarado la guerra total, de exterminio, porque te quieren matar. A ti, a tu cultura, a tu civilización, a tus valores, a tus derechos, a la declaración universal de los mismos. Porque te quieren suprimir y sojuzgar. Porque quieren imponer la más tenebrosa teocracia islámica en todo sitio y lugar. Y donde pueden lo han hecho ya.
Habrá que combatir allí y aquí. Lo sabemos. Y ya no se puede demorar. Nos va la supervivencia en ello. Por tierra, mar y aire. Allí y aquí, en nuestro propio solar con firmeza y sin complejos. Con inteligencia, con información, con Policía y con Fuerzas de Seguridad. Y con el Ejército, si fuera menester, que para eso está. Tolerancia cero. Pero no solo contra el terrorista, el yihadista, sino contra quienes le ofrecen complicidad y amparo. Tolerancia cero contra cualquier prédica que los justifique, contra cualquier lugar donde se jalee el odio. Tolerancia cero sobre cualquier caso o situación donde so pretexto de religión se conculquen los derechos humanos, nuestras leyes y nuestra Constitución.
Parece simple y del mínimo sentido común. Pues verán que no. Ya han empezado con el que no. Con la monserga de la islamofobia, son esa matraca del «sí, pero…». Y el pero lo que significa siempre es que no, y la autoinculpación de pecados, desde las Cruzadas para acá, que vienen a justificar que nos masacren, que en realidad somos culpables y merecedores de su terror. Porque eso es, en el fondo, lo que vienen a decir, aunque no lo digan, porque no es el día, pero comenzará a aflorar. Y alguno acabará, como concluyen, en afirmar que quienes invadimos la Península fuimos nosotros y que tienen todo el derecho a reclamar Al-Ándalus y a loar a aquellos almorávides, que eran la Al Qaeda de aquellos días y aquellos almohades que eran el Estado Islámico de hoy. Y que la Alianza de Civilizaciónes, ¿se acuerdan de aquella gigantesca memez zapateril?, es la gran y única solución. Y ya empezarán, ya han empezado por sus senderos del tuit, a salmodiar paz, paaaaz, paaaaaaaaaz. Y, claro está, todos la queremos como el mayor bien de la humanidad. Pero para conseguirla en ocasiones hay que combatir —«Si vis pacem, para bellum (Julio Cesar)»—. Y ahora no queda más remedio que combatir. Si no destruimos y aniquilamos al terrorismo, al yihadismo, no habrá paz. Europa, el mundo, han de ir a una guerra y estamos obligados a vencer, si no queremos sucumbir a la tiniebla, la opresión y la barbarie, por y para la paz.
Antonio Pérez Henares
Es terrible que a estas alturas del siglo XX tengamos que hablar de ganar la paz a través de la guerra. Nada se ha avanzado. Triste y desalentador.
Un gran abrazo a todos en estos días de horror y estupefacción.