Casi siempre las cosas grandes son las que menos importan. A menudo, las que nos marcan la vida son las cosas pequeñas, el día a día que por mor de aquellos que nos vamos encontrando por el camino devienen extraordinarias, enormes. Tropecé con el cine de Cesc Gay hace muchos años, cuando era un completo desconocido y sus películas, apenas un par, pasaban desapercibidas. Desde entonces me convertí en una incondicional de su cine y creo, que no han sido pocas las veces, que he predicado sobre su obra, sobre su existencia. Me gusta su cine, la manera en que creo que ve la vida, porque sólo entendiéndola de un modo muy concreto se pueden crear historias como las que nos ofrece.
Entre mis favoritas «Ficción».
Corría el año 2006 cuando, por primera vez, vi la película “Ficción”. Me senté en la sala de un cine cualquiera. No tenía ninguna otra intención que no fuera pasar la tarde. Sin más. Apenas conocía nada de Cesc Gay, Krampac todo lo más. La elección, de entre la cartelera, fue sencilla, todo me sobraba y la necesidad de desconectar sin aspavientos, sin complicaciones, me sentó frente a ella.
El error fue de bulto, me equivoqué. Nada más comenzar me sentí atrapada en esta historia, sin historia. Puede que al principio, solo al principio, fuera porque la banda sonora es estupenda y escuchar a Nick Cave en una de las canciones que más consiguen emocionarme (Are you the one –I’ve been waiting for-), me dejara con el corazón en carne viva, o puede que fuera, precisamente, porque todo empezó transcurriendo con una normalidad absoluta y lo que veía podía ser parte de mí misma y no me lo podía creer.
La trama es sencilla. Alex y Mónica, un director de cine y una violinista, un hombre y una mujer, dos personas frente a frente, y nada a su espalda. Un amor concentrado en diez días. Un paréntesis en su vida durante el que se encuentran y su anodina existencia cobra de nuevo sentido. Encontrarse frente aquel que, alejado de contingencias, forma parte de uno mismo, de su existencia, y da con él en un universo lleno de sobresaltos. Dos adultos, dos vidas que en la mitad de su camino, con la existencia ordenada y organizada, se enamoran inesperadamente, sin quererlo o, tal vez, queriéndolo, incluso necesitándolo. Pero el amor cuando llega tarde sirve de poco, por eso ese amor necesitado, reconocido, quedará allí donde nació, aunque ya nada volverá a ser lo mismo.
«Ficción» es la cotidianidad trasladada al cine de un modo magistral. Estamos acostumbrados a ver grandes producciones cinematográficas que necesitan de un enorme despliegue de medios para no decir nada y enmascarar esa vacuidad. Sin embargo, en esta película lo que no existen, precisamente, son artificios. La vida y nada más.
Con los gestos menudos de los protagonistas, sus miradas cruzadas (que configuran, en gran medida, el contenido de esta película), Gay consigue transportarnos a un mundo de sensaciones y de estados de ánimo, donde los silencios son casi más importantes que las palabras.
“Ficción” es una historia de amor, triste (como todos los amores que llegan demasiado tarde, o demasiado pronto), pero amor a fin de cuentas. Una historia verosímil, usual, que habla de sentimientos, de gente corriente. Pero esta aparente normalidad no oculta la complejidad que encierra.
Una historia que podría ser la tuya, la mía o la de cualquiera.
Anita Noire