A ver si me entendés de una vez por todas, mujer: yo soy tu creación, la vana circunstancia que sin tu aliento sería un trapo inmóvil y ciego y mudo.
Vos ahora me dejás y seguramente vas a pegar un portazo bien sonoro, como si un látigo de lluvia partiera la ventana y se cayeran del ruido veinte o treinta ramas de árboles con nidos y todo.
Ruidoso o molesto, bah, como una canasta de huevos que rueda y se esparce y ensucia, y te incomoda porque nunca sabés hasta dónde llega su pecado líquido y amarillo, su pegajoso camino de imprudencia.
Así será tu portazo, lo sé, y así será tu “hasta nunca”, y tu “no me busques”, y tu “entre vos y yo no queda nada”
Y te vas a ir, claro, tan segura de tu adiós y de tu ausencia, te vas a convertir en una miniatura cada vez más chica a medida que acerques la boca a ese horizonte que no es mío.
Y entonces, por un momento, pensarás que el castigo se ha ejercido con la precisión de una brújula, y que en cada hueso mío pesará la nostalgia más y más hasta que el cuerpo me duela y me torture.
No te ilusiones, yo sé lo que te digo, apenas vos lo dejes, este torpe muñeco se quedará sin aire, y caerá deshojado como si una mano le robara la sangre.
A ver si me entendés de una vez por todas, mujer: cuando te vayas, yo jamás habré existido.
Marcelo Galliano
Maravilloso texto: su prosa y su esencia. Me ha encantado. ¡Feliz año!
Un hermoso texto del Amor como origen del hombre. Y su desaparición (la del hombre) tras la despedida. Insuperable.
Desgarradora prosa.
Excelente elección.
Desde luego, si alguien se ausentara trás esas maravillosas palabras,no merecería quedarse.
Es hermoso hasta horadar.