Pensándolo bien no quiero ser súper productiva
Pensándolo bien,
no quiero ser
súperproductiva
(te ha costado llegar
a ello, Yolanda),
ni la más delgada del baile.
Tampoco quiero tener
esa casa de ensueño
si me impide vivir
en otros apartamentos
con vistas
a la ternura
y en muchos
países;
ni ser fiel
a los amigos de toda la vida,
cuando,
en nombre
del amor,
te quieren a su medida.
Ya no quiero ser
la madre perfecta,
ni hablar ese inglés
fluido que tanto
me obsesionaba.
No a los proyectos
que me esclavizan y
me roban el paseo
del anochecer
por el monte
(y por tu espalda).
Hoy, en la marea de los 50,
descubro que adoro
ser imperfecta
y sonreírle
a los michelines
que asoman bajo
tus caricias.
Que quiero viajar sola
para visitar
a mis amigas,
y que tengo talento
para decir que no
a reuniones
que solo traen trabajo
sin emociones.
Me he vuelto una fanática
del presente continuo
y de los pecados cotidianos
(hijas mías,
me temo que no seré
una buena abuela).
Y cada vez
estoy más cerca
del infierno prometido.
Hoy, lunes del 2019,
sé que estoy en deuda
conmigo;
y me las pienso
pagar
todas.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta web en la sección
«Tacones de Azúcar»