Cuando el forense llegue y se haga cargo
de mi cuerpo desnudo, sin careta
no encontrará otro indicio, sin embargo,
que el de haber pretendido ser poeta.
Ni violencia, ni rastros de veneno,
ni señales ni marcas sospechosas:
ese cuerpo desnudo estará lleno
de amor, de paz, de sed, de fuego y rosas.
Cuando me corte con sus manos diestras
y analice las vísceras y venas
sólo hallará, por más que tome muestras,
versos ocultos, risa, llanto y penas.
Y tendido en la mesa, muerto y frío,
con un trapo cubriendo mis despojos,
concluirá que morí de desvarío
y lentamente cerrará mis ojos.
© Juan Ballester
Seguramente, en la disección, encontrará el forense el veneno de la poesía obstruyéndote los conductos. Pero ¡qué muerte más dulce!
Un beso.