El sábado, en la exposición temática de Autoretrato de La Casa Pintada, en Linares, había una peana llena de mis folios rosas con este poema.
En la pared, antes de llevártelo, podías leer un cartel que decía lo siguiente:
Mi autoretrato son los poemas.
Sin las palabras
soy como un animal sin pelo y
muerto de frío.
Y estos eran los versos:
Tengo un zapato lleno de chocolate,
tan grande,
que cualquier día
me iré a vivir dentro.
Y un ombligo
escondido en una cueva,
que a veces se cierra y
no deja pasar el aire.
Tengo una mata de pimientos,
pero esto ya lo sabes
y no tiene misterio.
Una cabaña entre mis dedos,
que aloja a mis locos del arte,
y un chicle pegado en el libro de quinto
(de matemáticas, por supuesto).
Tengo un diario en el último
cajón de mi mesita
que abro desde que tenía 13 años y,
antes de escribir la última página,
lloro un ratito,
recordando a los que se fueron.
Tengo un maremoto de lágrimas
en los ojos de las cuencas,
igual que el río Ebro
(aunque el mío se sigue desbordando).
Y tengo amigos "clavaítos" en las costillas,
para poder andar derecha,
sin torcer la boca.
Tengo un vinilo de música árabe
que limpio con esmero
(aunque tenga roto el tocadiscos),
y un limonero en el pelo,
que me exprime
la ternura
de los sueños.
A veces tengo pereza
y me duermo en las alturas.
Si me caigo,
duele,
pero eso es otra historia.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora
Foto:Pedro Jesús Camacho