Aves sin pasaporte. Por Juan A. Galisteo Luque

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Sin ser yo quien lo dijera
y menos quien lo contara,
oí murmurar al viento
de un ave que allí volara.
Aunque solo fue un silbido,
para mí fueron palabras,
las mismas que hace algún tiempo
un indio cantor dejara.
*
Dicen que ya no hay poetas
que canten a la alborada,
solo versos y canciones
cruzando el aire y el agua.
—Son aves sin pasaporte—
«Golondrinas de esperanza»
*
En el sur de la Argentina,
tierras que allí llaman Pampa,
llanura inmensa de pastos,
bajo la luna callada,
se observa la Cruz del Sur
por caminos y vaguadas,
orientando al viajero
de noche, en su caminada.
*
Las carretas con sus bueyes,
por esas llanuras largas,
salen con lluvia y rocío,
vuelven con nieve y escarcha,
y, al paso mudo y tranquilo,
se pierden en la distancia,
dejando atrás un silencio,
dejando un mundo a su espalda.
*
En esas tierras también
los cantores se engalanan;
ellos no lo hacen con flores,
se adornan con la guitarra,
interpretando milongas,
vidalas, tangos, bagualas.
*
Sus versos llenos de embrujo
nacieron de la nostalgia,
y el campo puso en su ser,
junto al mar y la montaña,
temple de la madre tierra
y gran condición humana.
*
¡Cuántas veces he escuchado
su voz, sencilla y rasgada,
hablar de ese gran silencio
y, de esas hermosas alas
que un cóndor, en su horizonte,
atravesando murallas,
cruzara las bellas cumbres,
altas, sombrías, nevadas!
No aquellas que se construyen
con una intención lejana,
guardando las diferencias
para la envidia y la nada.
*
¡Cuántas veces he admirado
su carismática entraña,
y esos poemas tan bellos,
que con firme resonancia,
hablaban de un peón de campo,
trabajador de una estancia,
o un payador perseguido,
que al rescoldo de unas brasas,
lo acechaban las estrellas
sobre un cielo austral, ¡al alba!

*
«Monte callado», «Alazán»,
«El aromo»; bella estampa
dieran a esos bellos versos
otras respuestas más bravas,
como aquel gran solitario
carrero, que no engrasaba
los ejes de su carreta.
*
A veces, con gran paciencia,
otras, con gran elegancia,
vamos pasando la vida…
Me lo dijo un gaucho ciego,
que entre su oscura mirada,
llevaba cansado el cuerpo
y gran tristeza en el alma.
*
No sé si el río sonríe,
pues oigo gemir el agua
serpenteando por los valles
hacia otras tierras más llanas.
Él, ya no puede volver…
Desde su profunda calma,
los cerros que tanto quiso
quedaron en la distancia.
*
Siempre fiel cantó a la vida,
¡nunca a las grandezas vanas!
Por eso, firme al recuerdo,
¡no permitáis que me vaya
sin mencionar hoy su nombre!
Héctor Roberto Chavero,
«Yupanqui», Indio Atahualpa.
*
Dicen… que ya no hay poetas
que canten a la alborada.
¡Preguntádselo al silencio,
al cielo, al viento y al agua!
A ese ave que va volando:
¡No os lo dirá con palabras!
*
Mas son las mismas que un día
no muy lejano cantara
un payador argentino,
y en el aire las dejara,
para recorrer el mundo
sin pasaporte, sin nada.
Él, siempre las lanzó al viento.
—¡Entre signos de esperanza!—
——–

Juan A. Galisteo Luque

Premio popular: Casas Regionales de Alcobendas 2008

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3 comentarios:

  1. «Dicen que ya no hay poetas
    que canten a la alborada,
    solo versos y canciones
    cruzando el aire y el agua.
    —Son aves sin pasaporte—
    «Golondrinas de esperanza»»

    Y es que, mi Querido Amigo, su Vuelo es Pura Poesía sin Palabras; más yo me alegro de que aún queden Poetas de tu talla y sensibilidad que las pongan sobre el papel. No me extraña que recibieras un premio madrileño por estos versos 😉
    Sendos besos.

  2. Nos lleva de la mano y el ensueño por esa Pampa Argentina. Hay cosas que los mapas nunca pueden contarnos a pesar de su importancia.
    Sentido homenaje al «Camino del Indio»: Con esa misma observación aguda de la naturaleza, ha retratado esencialmente lo que de verdad amaba Atahualpa.

    Quedan poetas señor Galisteo. Vaya si quedan. Usted es prueba viva de ello.

    Un abrazo afectuoso.

  3. Sra. Amelia y Mar:

    Agradezco muy sinceramente vuestras palabras pero creo que no soy merecedor de tanto.
    Eso sí, siempre me gustó recordar con un poema a todas aquellas personas que en su vida enseñaron e hicieron agradable la de los demás con sus obras, sus canciones o sus versos. Porque los hechos bien lo merecen y escritos no caen tan pronto en el olvido.
    En este caso, el homenaje ha sido para Atahualpa y también para su mujer que desde el anonimato puso música a la mayoría de sus canciones.
    Él siempre decía, que los poemas y las canciones debían de cruzar los mares y llegar a los corazones de los hombres como golondrinas sin pasaporte. Por eso lo he titulado,

    Desde aquí os envío un fuerte abrazo a las dos y también a todo el equipo de Canal Literatura por la publicación.

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