Descubro
mis huesos encharcados
de besos
que no dejan
de brotar.
Se abren
camino
(los besos)
agrietando mi pequeño
ombligo.
La sangre,
perturbada,
baila entre
mis venas.
Me revuelco,
–alborotada niñaloba–
entre tus piernas.
Y te llamo,
lamiendo con calor
tus pechos velados.
Duermes,
y al abrir los ojos,
atrapas mi boca excitada
que canta
el antiguo
soneto del deseo.
¡Hermoso momento
en el que
cierras los ojos!
Y reímos
los juegos del pecado
que impregnan
las sábanas del cielo;
sabiendo ambos
(de sobra )
que estamos más cerca
del infierno.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora
Me rindo sin condiciones antes usted.
Y deseo que siga así por siempre porque el auténtico pecado será que deje de hacerlo.
Maria Dolores… bueno, gracias, me has dejado sin palabras. Me enorgullece que te gusten mis poemas.
No debes extrañarte de que te diga lo que digo. Desde el primer poema que leí tuyo dije lo mismo. Lo realmente fantástico es que el asombro permanece, lo que quiere decir que la cosa no es producto de un primer momento.
Desde luego, lo que nadie puede negar es originalidad, algo que es de agradecer, dada la masificación. Después el contenido no puede dejar a nadie indiferente.
Por lo tanto, espero no haberte dejado sin palabras porque sería una gran pérdida.
Saludos
Yolanda, a mi tambien me ha gustado tu poema y estoy de acuerdo con Maria Dolores de que es original en su sentido más amplio y personal.