Te pido que me olvides, que no tengas
en tu agenda mi número y mi nombre,
que me pierdas y, entonces, como un hombre
te lloraré. Por Dios, no me detengas.
Te ordeno borronear esas enmiendas
que dejaron mis labios en tus labios,
que hagas volar sin rumbo los resabios
de eso que fue y no fue. Que me sorprendas…
y así como si nada en cualquier parte
cuando surja la pena de entrañarte
y te observe pasar casi a mi lado,
ni me verás. Y yo… tan desvalido
voy a jugar a hacerme el distraído
y tú nunca sabrás cuánto he llorado
Marcelo Galliano
No caben migajas para sentimientos tan grandes ..
Hondo, muy hondo.
Un abrazo.
Es bueno disimular cuando hay pena de amor y difícil expresarlo en un buen soneto.
Grato y bien logrado.
Saludos
Betty