Al mirar alejarse aquél día, a un elegante carruaje orgulloso
mostrando falsa hidalguía, de un mundo a sus pies, pleno de gozo
sin pensar que todo brillo, con las tempestades se arruina
y cuando ese brillo se opaca, quizá por recuperarlo se le escapa la vida.
Si por confundir el manejo las riendas de las manos se escapan
y en el ondulante camino olvida el rumbo que debía de tomar
se encuentra obligado a detener su marcha y recordar el rumbo de su andar
deberá devolver el perverso orgullo, o todo el carruaje se derrumbará.
A retroceder se negaba, aún dominado por el orgullo
se veía flojo y arruinado, dudando cual sería el camino
al comprobar que quien supuso su fiel pasajero
ante la decisión consumada, giró hacia otro destino.
Al regresar muy doliente, con un carruaje destruido
intentó encontrar refugio y recuperar un tiempo perdido
en el lugar que olvidó, para cobijar el sueño de su partida
ignorando sentimientos sinceros, demostrados día tras día.
Arriesgado es conducir un carruaje sin conocer el destino
ignorando que el pasaje, se bajará en la mitad del camino
y al tratar de regresar por el abandono, por el carruaje malherido
se encuentra con otro fuerte y sincero carruaje, ocupando ese sitio.
Mirtha Rodríguez
Argentina
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