Y apura
el fulgor del relámpago.
Después,
tiempo tendrás para seguir muriéndote.
Eloy S. Rosillo
El fulgor del relámpago
No dejes
que miren con añoranza tus ojos
los días que te arrancó el verano,
ni que tus dedos se detengan
a dibujar de nuevo el borde
de alguna sombra
mendigada a tus sueños.
Observa
la belleza de un pájaro en su vuelo;
de una hermosa puesta de sol, su luz intensa.
Abraza también el perfume
impregnado en el tronco de un árbol.
Y mira y huele esos dones
con la gratitud de quien sabe
que presencia un milagro.
Permite
que sea la tristeza
sólo un simple trámite, un preludio
necesario de silencio para las horas
que llegarán cargadas
de gozo.
Y apura,
cuando te alcance,
el fulgor de cualquier acaso
que pensaste inconcebible.
Apúralo con conciencia.
Que fecunde su brillo
con tal exaltación tu memoria
que ganas no te queden,
después,
de seguir muriéndote.
© Juana Fuentes
Cuánta falta nos hace tu canto a la esperanza. Escribiré en mi espejo, para leerlo todas las mañanas:
«Permite
que sea la tristeza
sólo un simple trámite, un preludio
necesario de silencio para las horas
que llegarán cargadas
de gozo.»
Gracias por compartirlo. Lo he disfrutado y, con tu permiso, lo disfrutaré.
Mil gracias, Clara. Gracias por tus palabras, por disfrutarlo y compartirlo.
Un saludo.
Precioso poema lleno de esperanza Juana. Besos
Muchas gracias, querida amiga. Y que la esperanza no sea un simple trámite.
Muchos besos.
Que la tristeza solo sea un trámite para ti.
(Aunque, egoístamente, si de ella brotan esos poemas, te podías sacrificar un poco.
No, mejor, me quedo con la luz y completo así la frase que te ha señalado Clara:
«Y apura,
cuando te alcance,
el fulgor de cualquier acaso
que pensaste inconcebible.»
Un fuerte abrazo.
Luz, querida Elena, la que tú nos das con tus maravillosas palabras. Que siempre permanezca contigo, y por ende a nuestro lado.
Un beso.