Quizá siga siendo el amor
aquella conmoción borrosa
de mis primeros años:
retinas extraviadas entre juegos de manos
que sólo nublaba el reflejo
del barro de las calles.
Encontrar, al fin, ese ansiado roce
que, y sin comprender el motivo,
nos guiaba hacia la hondura salada
de un mar inesperado.
Incluso compartir una gastada
golosina sin advertir lo impúdico
aunque ingenuo de aquel improvisado gesto.
Y aún hoy cuando alguno de esos rostros
que tan atrás y entre aquellas tardes
se quedaron me asalta, me pregunto
si no existirá en ti y en lo que ahora ya eres,
en tu voluntad desarmada,
en tu felina placidez,
en tu seda insospechada,
aquel amor que habitaba
en esos pequeños cuerpos, ya desbaratados
por los años, sólo hechos
de óxido y hueso.
© Juana Fuentes
Supongo que sí, que una pequeña muesca en el óxido de nuestros huesos queda siempre de esos primeros amores que tan bien describes.
Me has trasladado a una juventud lejana y placentera, de gestos ingenuos y juego de manos.
Precioso.
Gracias, querida Elena. Siempre tremendamente bien recibidas y valoradas tus hermosas palabras.
Un abrazo.