Derecho a devolución
En Suiza morir es fácil
y barato.
Sesenta y cinco euros y anotan
tu nombre en un registro.
Pero habrá que justificar
lo injustificable:
«¿Tiene usted una paraplejia?
¿Acaso una enfermedad terminal?
¿Parálisis cerebral, quizás?»
«Nada grave en el cuerpo.»
«Va a ser entonces imposible.”
“¿Y si sólo tuviera el alma rota
o tarada o simplemente quisiera
cerrar los ojos
y abrirlos en otro lugar?»
«No sabría decirle. Vuelva otro día.»
En Suiza morir es fácil
y barato.
Hasta para morirse con conciencia
existe la publicidad engañosa.
(Y cuánta burocracia,
aunque lo que uno sólo quiera
sea devolver el alma exhausta).
Juana Fuentes