Al retomar la lectura del libro de mi vida
veo reflejada en su cálida portada, mi felicidad de niña
y al recorrer las páginas de mi juventud y su alegría
añoro ese bello pasado, donde el desamor aún no existía.
Avanzando en la lectura de lo que el libro me ofrece
comprendo y reconozco las piedras en que tropecé tantas veces
por confiar en cálidas palabras o una abrumadora simpatía
que transformaban mis sueños en desilusión, día tras día.
El sentir me invitó a continuar la silenciosa lectura
a recordar situaciones que en mi alma aún perduran
tímidos sentimientos, que temí en su momento confesar
y hubieran marcado mi camino, en una opuesta realidad.
Ya finalizando de leer, me encuentro en mi presente
con lo que creí un gran amor, pero me es indiferente
al ignorar mi presencia y lo que mis miradas inspiran
la sensibilidad de mi alma padece y veo mis manos vacías
é ignoro como continúa la escritura… del libro de mi vida.
Mirtha Rodríguez
Argentina
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