En las escaleras doradas donde se sentaban los enamorados
En los amaneceres tuyos y míos
reina el calor
de las caricias.
Cerramos los ojos
mientras inventamos
millones de palabras
para nuestro amor.
¿Me oyes?
estoy pegada a tu pecho,
escucho tu corazón latir
y una vez más,
nuestro amanecer
dibuja en la piel
la sencillez de querernos.
Mónica López Bordón