Estrofas de despedida
Un adiós nos negamos en la lluviosa tarde,
yo murmuré «qué ingrata», tú dijiste «cobarde»,
y así cuando partiste por las rutas de Dios
volvimos a ser unos dejando de ser dos.
Te marchaste y es cierto: no quise detenerte,
no hay nada más inútil que sujetar la muerte,
y aunque acaso se piense que el amor es eterno…
a nuestros brotes dulces los desmayó el invierno.
La noche me murmura que no estás… que te has ido,
la oscuridad se esmera por recordar tu olvido,
y a veces me parece que retorna el amor…
y es tan sólo una sombra que camufla el dolor.
No creas ni un segundo que en esto te reclamo,
jamás enturbiaría las cosas que más amo,
y si es verdad que ahora si te amo no lo sé
más verdad es que un día como a nadie te amé.
No nos encontraremos, muy cuidadosamente
los dos procuraremos esconder nuestra frente,
seremos dos extraños que conspiran alertas
para que no desmueran las caricias ya muertas.
Y un día como tantos nos llamará ese cielo,
ni tú ni yo sabremos que el otro alzó su vuelo,
y en la tierra dos cruces brillarán al calor
donde jamás nosotros pondremos una flor.
Marcelo Galliano
Jurado del VIII Certamen «Poemas sin Rostro»
Unos versos muy cercanos, podemos identificarnos con esa «pérdida» con facilidad. Es un sentimiento de carne y hueso. Después de los reproches, por una relación fracasada no cabe otra cosa que la despedida, el dolor y el olvido. Me ha gustado que apuntes que el final de una relación también supone la recuperación del «yo», que antes estaba diluido en el «nosotros». Muy bellos los últimos versos y tristes…
Enhorabuena, Marcelo.
Te marchaste y es cierto: no quise detenerte,
no hay nada más inútil que sujetar la muerte.
Qué certeros estos versos; como una postdata lúcida rematando la distancia.
Enhorabuena.