Ya tengo corrompida la esperanza
de tanto desahuciarla.
Yo vivo así, mordiendo los abismos;
mi boca es un destino de navajas
donde transita el duelo.
Siento aullidos de tibias golondrinas
que agonizantes hurgan mis adentros
buscando la palabra
y yo sin más mensaje que unas sombras
en la pared desnuda de los días.
¿Cómo explicar que puede la tristeza
divertirse en mi pecho?
Ya no quiero estar sola ni sintigo
llenando el inventario del desastre.
Una alquimia de fuentes se derrama
en la hora precisa del olvido
y en mis manos sin dueña
hago crecer el musgo del silencio.
Mari Cruz Agüera
Precioso eso de «mordiendo los abismos; / mi boca es un destino de navajas / donde transita el duelo» y la palabra «sintigo». Muy elocuente a pesar del silencio en que concluyes.
Un abrazo.