Lacrimatorio
Me gusta recorrer esos lugares
a donde tú me llevas,
donde dejas que sienta la dulzura del beso,
tu voz, semilla y lumbre,
el tacto a paraíso,
a esa esquina de luz donde se escucha
el canto de un novísimo canario.
Pero aunque no lo diga,
tal vez yo quiera ir también a mis tinieblas
(allí donde tú vas cuando caminas
solo y amargamente)
hasta el secreto borde de mi abismo
a mirarme a la cara,
y no esperar, quebrada en mi silencio
-que pesa más que todas las palabras-,
que vuelvan las lucernas de tus ojos
a encender mi alegría;
esperar como esperan las amantes
-eterna plañidera sin licencia-
llenando el vaso tibio de mis manos
-tu fiel lacrimatorio-
de cada incertidumbre,
de cada luz que escapa de tu tiempo.
Mari Cruz Agüera
Jurado del VII Certamen «Poemas sin Rostro»