No es sólo el mar
el que ahoga tu llanto.
Ni la árida tierra
la que bebe tus lágrimas.
Hoy lloras detenido por férreas alambradas
sobre verdes campiñas,
en promisoras tierras que no te reconocen.
Hoy riegas con tu sangre
inacabables rutas de la desesperanza.
Ahí estás tú
con tus hijos en brazos,
y con el hambre a cuestas
y con el miedo a cuestas,
con el pasado roto…
Y aquí estoy yo
frente a este mar azul,
varado e impotente,
con un sabor amargo
resbalando en silencio
-quizás es una ola que salpicó mi rostro-.
Solo,
diciéndote palabras que nunca leerás.
-Inútiles palabras-.
Lo único que tengo..
Ángel V. Díez Álvarez
Las palabras son mucho más de lo que uno puede a veces pensar. En ocasiones sigo esperando que sirvan para arreglar el mundo.
Muchos besos, Ángel.
Elena, intentaremos no perder la esperanza.
Abrazos y besos para ti.