lamalaeducación. Por Yolanda Sáenz de Tejada

Yolanda Sáenz de Tejada

Pilar
se besaba con
su novio
a las siete de la
tarde (en aquella
calle tan mugrienta).
Tenía que volver
temprano
a casa y,
por supuesto,
que su madre
no la viera
con chicos
(por entonces
nos quedábamos
preñadas sólo
por sentarnos en
un retrete
donde hubiera
orinado uno).

La mía no
(mi madre),
yo podía llegar
un poco más tarde
(me besaba en la
misma calle a las ocho)
y prefería que no
volviera sola.
Así podía
inspeccionar la
calaña del que
me pretendía.
–Llamémosle a esto
inteligencia suprema–.

Laura
se formó en
la educación
del talento
para conseguir
un novio
con partido.
Su madre era
su mejor
profesora.

La mía no.
Ella me decía,
llorando,
que una mujer tiene
que ser libre y
que esto sólo
se consigue
estudiando.

Mis amigas
(muchas, muchísimas,
más de cuatro)
fueron educadas
como el sexo
débil.
Yo no.
Yo me crié
entre chicos
y jugué con ellos
a indios y
vaqueros;
con lo que yo,
hoy,
soy una mujer
de sexo fuerte.


Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»

Blog de la autora

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