A Jakobína Davíosdóttir
Los ojos de la guía Jakobína,
la enérgica vikinga
que nos condujo por Islandia,
me parecieron tan azules
como el Mar Negro cuando el sol lo inunda
en raras ocasiones.
Antes de que acabara nuestro viaje
quiso contarnos cómo preparaban
ellos las casas al aproximarse
la Navidad.
Y nos habló de cuando era una niña,
de las manzanas que su padre
adquiría para ella y sus hermanos
sólo en aquellas fechas
y de los libros que siempre esperaba
recibir como obsequio en el día señalado.
Con sus ojos bañados en nostalgia,
una nostalgia azul
idéntica a la de los icebergs
de la laguna en un día nublado,
nos trajo sus recuerdos de aquel tiempo,
empapados con todo el jugo de esas manzanas,
y el aroma que aún impregna
los libros que conserva desde entonces.
Yo mordía, mientras tanto, esa fruta
que guardaba en mi bolsa,
y por unos instantes creí estar mordiendo
la azul tristeza de sus ojos al regresar
a aquellos años de su infancia.
No conseguí acabarla,
y supe entonces que cuando volviera
a morder otra vez una manzana
mordería de nuevo aquellos ojos,
su azulada nostalgia,
su limpia transparencia,
azul como los icebergs en días nublados,
tan azul como el Mar Negro en algunas
noches de sol.
Juana Fuentes
Qué hermosos recuerdos, de libros y manzanas. Imagino en sus ojos los paisajes de ese país tan mágico y es normal que de todo eso surjan estos versos, teñidos de temprana nostalgia.
Me encantan.
Muchos besos, poeta.
Que bonita historia alrededor de esas manzanas. Que exótico poema. Me ha encantado Juana. Besos
Hay mucha ternura en tus versos. Un beso.
Mil gracias por vuestras palabras.
Y bendita nostalgia, en la que siempre he encontrado belleza.
Muchos besos.