Las manzanas. Por Juana Fuentes

Las manzanas

Los ojos de la guía Jakobína, la enérgica vikinga que nos condujo por Islandia, me parecieron tan azules como el oscuro Mar del Norte cuando el sol lo recubre en raras ocasiones.

Antes de que acabara nuestro viaje quiso contarnos cómo preparaban ellos las casas al aproximarse la Navidad. Y nos habló de cuando era una niña, de las manzanas que su padre adquiría para ella y sus hermanos sólo en aquellas fechas y de aquel libro que siempre esperaba recibir como obsequio en el día señalado.

Con sus ojos bañados en nostalgia, una nostalgia azul idéntica a la de los icebergs de la laguna en un día nublado, nos trajo sus recuerdos de aquel tiempo, empapados con todo el jugo de esas manzanas, y el aroma que aún impregna los libros que conserva desde entonces.

Yo mordía, mientras tanto, esa fruta que guardaba en mi bolsa, y por unos instantes creí estar mordiendo la azul tristeza de sus ojos al regresar a aquellos años de su infancia. No conseguí acabarla, y supe entonces que cuando volviera a morder otra vez una manzana mordería de nuevo aquellos ojos, su azulada nostalgia, su limpia transparencia, azul como los icebergs en días nublados, tan insólitamente azul como el Mar del Norte en aquellas extrañas y hermosas noches de sol.

Islandia

Juana Fuentes

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3 comentarios:

  1. Gracias, querida amiga. Y que la nostalgia no nos abandone nunca si en ella encontramos algo de belleza.
    Muchos besos.

  2. Me encantó el interjuego de los azules.
    Un abrazo
    Betty

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