LLANTO POR NEPAL
La tierra tiene alma.
Pero, a veces, un mal viento penetra en sus entrañas: es una fuerza poderosa, implacable y ciega.
Y el alma de la tierra se estremece.
Su amorosa piel, dadora de vida, maravilloso hogar que nos acoge, es sacudida por un escalofrío como gigante sierpe que al deslizarse ahoga los latidos.
Y prodigiosos seres, hijos de la vida y de la tierra, irrepetibles y únicos, naufragan para siempre en esa oscura ola.
Sus ojos de luz sucumben a las sombras…
Y ya no quedan lágrimas para tanto dolor inacabable.
Una tristeza negra como la noche lo tizna todo: es una mano fría que ahoga…
Ángel V. Díez