Soportar el dolor sin hacer nada,
sin gemir, sin gritar, sin dejar huella,
no combatir el arma que hace mella
en la inocente carne lastimada.
No esgrimir, ni insinuar una mirada
que predisponga acaso a una querella,
tragar la hiel como a una cosa bella
y al vinagre cual fruta edulcorada.
Saber muy bien que pasarán veranos
y anécdota será la horrible suerte
que le tocó vivir al pecho herido .
Dejar que el tiempo llegue con sus manos,
en una de ellas: la terrible muerte;
en otra de ellas: el piadoso olvido.
Marcelo Galliano
Derechos registrados.
Argentina.
Un soneto maravilloso y clásico.
Gracias, Marcelo.