Lo que me queda de ti
cuando te vas
y acaba el día
no es el sabor verde del lago
que inciensa mi boca
con ese último beso que te robo
-o que me robas-
y que me hace creer
que sigues aquí
por unos instantes más.
Lo que me queda de ti
cuando ya te has ido
y cierro, al fin, los ojos,
es el mismo silencio
que me aquieta en tu regazo,
cuando siento que todo ha muerto
y el mundo es sólo mío,
que sólo yo respiro, diminuta,
como una golondrina maltrecha
y que comienza de nuevo a ser mía
la vida.
© Juana Fuentes
«… y que comienza de nuevo a ser mía
la vida.»
Algo fundamental, aunque se sea diminuta golondrina.
Precioso.
Muchos besos, Juana.
Gracias, querida Elena. La palabra y el afecto que aquí dejas también dan vida.
Un beso enorme.