lucharyluchar. Por Yolanda Sáenz de Tejada

Yolanda Sáenz de Tejada
Pausadamente, sin prisa pero sin cadencia, vamos a ir instalándonos en los finales felices…
Pero antes de reventar con un apasionamiento eterno, abriremos boca con este poema. Porque uno, a veces, muchas veces, más de cuatro veces, es dueño de su final…
Además, no hay nada más hermoso que abrir un río donde antes nacía el desierto y, además, bañarte en él hasta mutarte en pez.
El otro día, en un lugar sin luces maravilloso, donde charlábamos después de un recital de poesía inolvidable, alguien se atrevió a decir que su vida era perfecta y que vivía exactamente como quería… Ese alguien fue tachado de lo contrario… de cómodo, de no moverse para sentir más. ¿Sabéis por qué? porque cuando hablo de su vida, nunca mencionó el amor hasta que no le preguntaron…
Por eso, en este poema, el verbo está llevado al extremo de la pasión, del sentimiento y de la lengua. Es decir: si algo quieres, o te lo trabajas y lo haces saber, o todo terminará diluido en sus venas (las de la persona que amas), como un borrón listo para una cuenta nueva.

Tú no sabes luchar,
tú sólo sabes sacar las armas

Luchar:
rebozar mis costumbres
en la miel de
tu boca
(para dulcificar las
pesadillas que te devoran)
Invitarte después
a merendarme.
Cambiar mi perfume
por el que a
ti te enloquece.
(Luchar por gustarte).

Luchar:
mover tu sangre
coagulada y
casi helada
para amarte
hasta que ardas
en mis
infiernos.
Besarte por
la calle
aunque nos miren
los vecinos y
estudiar todo lo
que a ti
te interesa sin
dejar de repasar
mis sueños.
(Luchar por mejorar).

Y luchar
para que no me vaya
(ahora te toca a ti):
empezar a cambiar
aquello que yo
pienso que
no eres capaz
de conseguir.
Es decir,
eso que,
por más que
tú me expliques,
yo no
veo en
ti
(luchar por que yo me quede siempre
dentro de tus huesos).


Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»

Blog de la autora

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